Mi respuesta a funcionario del IQCA

El día de hoy a las 18:04 hrs. recibí el siguiente mensaje vía WhatsApp:

Captura de pantalla 2016-05-01 a las 6.17.56 p.m.

Se trata del comentario de una persona que al parecer es funcionario público del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes (IQCA) quien se ha sentido aludido por mis comentarios hacia el trabajo de dicha institución, por ejemplo, en ¿Quién escribe las publicaciones del IQCA?

Funcionario público:

  1. Como ciudadano y periodista independiente, mi libertad de expresarme en redes sociales es tan legal y legítima como el derecho que tiene usted de no leerme.
  2. La redes sociales han sido y seguirán siendo la plataforma para expresar mis puntos de vista. En una sociedad que se ufane de democrática debe de existir de todo, y de ese todo cada quién tendrá la facultad de elegir lo que le agrade. Mis textos son parte de ese todo; aún hay gente a la que le agradan mis veleidades.
  3. De lo anterior se desprende que su disyuntiva no tenga respuesta. En todo momento me he referido a la institución y a funcionarios desde un enfoque genérico, sin nombres y con apego a la crítica. Parafraseando a aquel mensaje de los ochenta: la calidad de mis textos es responsabilidad de mi autoría; la autoalución o autoadjudicación es responsabilidad de usted. En caso contrario, ¿sería posible que mostrara una evidencia en donde hago referencia de manera explícita a su persona? Y si así fuese, ¿estaría yo cometiendo un agravio, un delito, un atentado?
  4. De acuerdo a los derechos y deberes de los funcionarios públicos (cuyo documento no me atreveré a citar porque es obvio que usted como funcionario publico lo conoce) debería saber que «Su actuación perseguirá la satisfacción de los intereses generales de los ciudadanos y se fundamentará en consideraciones objetivas orientadas hacia la imparcialidad y el interés común».
  5. Asimismo, como funcionario publico debería saber que «Su conducta se basará en el respeto de los derechos fundamentales y libertades públicas, evitando toda actuación que pueda producir discriminación alguna por razón de nacimiento, origen racial o étnico, género, sexo, orientación sexual, religión o convicciones, opinión, discapacidad, edad o cualquier otra condición o circunstancia personal o social«. Las negritas son propias.
  6. Y, además, «Se abstendrán en aquellos asuntos en los que tengan un interés personal, así como de toda actividad privada o interés que pueda suponer un riesgo de plantear conflictos de intereses con su puesto público».
  7. Solo por poner un ejemplo. Cuando Nicolás Alvarado fue nombrado director de TV UNAM y fue vilipendiado con saña y odio en redes sociales, privilegió en todo momento la libertad de expresión de sus detractores. Debería de saber que su trabajo como funcionario público está bajo constante escrutinio público.
  8. ¿Debería sentirme preocupado por su mensaje? Prefiero no esperar que la realidad materialice mi respuesta. Hago público el mensaje bajo el amparo de la razón, la libertad y el buen juicio.
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