Narrativas de las posverdad

Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 657, del Diario de Querétaro del 7 de mayo del 2017.

El concepto de verdad se puede definir desde distintas perspectivas, considerando el carácter amplio y extensivo desde el punto de vista filosófico, y su naturaleza estricta y exacta, desde la noción lógica y lingüística.
No obstante, para definir la verdad podemos acudir a la fórmula clásica: Verdad es la adecuación del entendimiento con la cosa”. Suena bien, ¿verdad? No obstante, esta definición es determinista, irrenunciable, pero insatisfactoria por su flagrante pretensión de validez: “x es verdadero”.

Por muy determinante o contundente que parezca, el concepto no puede conformarse solamente con una definición pragmática y externa. Debemos de hacer un esfuerzo por extender el conocimiento de “x” y del por qué “x” es verdadero. No basta con decir que “x” es verdadero porque acierta o designa a la cosa. Es necesario mostrar que en lo verdadero radica aquello que se conoce y cómo se conoce de “x”: cómo se hace patente “x” objetivamente.

En contraste, el concepto de posverdad, también conocido como mentira emotiva, es un neologismo que se utiliza para referirse a la poca importancia que tienen los hechos objetivos frente a la influencia que las apelaciones emocionales y creencias personales tienen en la opinión pública. En esta semana, en los medios de comunicación conductores y autores de sus respectivos espacios se han decantado hacia la posverdad.

El pasado 29 de abril, El periódico El País publicó su titular “Explíquese, señor Rajoy”, en donde se cuestiona al presidente español por escándalos de corrupción al interior de su partido. El pasado lunes 1 de mayo, en su columna del miércoles del periódico Reforma, Denise Dresser plagió desde la cabeza, “Explíquese, Sr. Peña”, hasta la estructura argumentativa del editorial del medio español, de acuerdo a información de Angélica Recillas en su colaboración para el portal de la revista Étcetera[1]. El plagio, manifiesto en los ejemplos que presenta Recillas, y aceptado fugazmente por Dresser en su Twitter, no fue evidencia objetiva para quienes son seguidores de la politóloga egresada y docente del ITAM. Una voluntad acrítica que antepone las creencias, los actos de fe por encima de un plagio flagrante. Plagio y posverdad.

En su edición impresa del 4 de mayo, el periódico La Jornada de Oriente utiliza una fotografía para la nota de la reunión de gobernadores: “Antonio Gali firma compromisos en la Conago”. Para ilustrar la nota pone una fotografía de Gali Fayad, gobernador de Puebla, con el presidente Enrique Peña Nieto. Todo bien hasta allí. Pero hay un detalle: la foto fue recortada y editada. La original es una selfie tomada por Javier Lozano Alarcón, funcionario y conocido panista. El medio se tomó la libertad de bajar la foto del Twitter de Lozano, quitar al funcionario de su propia foto (ferviente usuario de esta red social) y otorgarse el crédito por la misma: Foto La Jornada de Oriente. Plagio y posverdad.

La madrugada de este miércoles, Leslie Berlín Osorio Martínez apareció ahorcada con un cable junto a una caseta telefónica, frente al edificio 4 de la Facultad de Ingeniería, al interior de Ciudad Universitaria de la UNAM. Sí, el cadáver de una mujer de 22 años aparentemente asesinada al interior de un lugar que se supone debería de ser seguro.

Tras esparcirse la noticia, desde el miércoles, y hasta el término de este texto, el #SiMeMatan seguía siendo tendencia en Twitter como una forma de manifestar protesta por los frecuentes feminicidios y desapariciones de mujeres en la capital del país. Pascal Beltrán del Río, director editorial del periódico Excelsior, publicó en TW “#SiMeMatan Revivo”, un ardid con el tono de burla similar al que había manifestado en otra publicación a propósito del caso de acoso a la comunicadora Támara de Anda.

Paralelamente, otra vez en redes sociales, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México publicó información preliminar a pesar de que aún no había iniciado la investigación: “El día de los hechos, la pareja se reunió con varios amigos en CU, donde estuvieron alcoholizándose y drogándose”. “Su madre y su novio aseguraron que ella no estudiaba desde 2014, y dejó sus clases en CCH sur, donde debía materias”. Revictimización, regaño, estigmatización y banalización. Como si esa información aportara datos para la investigación. Posverdad y cinismo.

“Vamos a analizar un problema muy actual que por circunstancias especiales están en boca de todos” (sic). Así iniciaba Angélica Ángel Arvizu su programa de radio por internet. Karime, la adolescente que el pasado 2 de mayo fue reportada como desaparecida y al padre de la adolescente, fueron sus invitados. “El caso de una chica adolescente que ya es famosa porque ya se ha realizado un gran conflicto esto, que vamos a analizar desde varias perspectivas el asunto de Karime”, remataba Ángel Arvizu, que además se ostenta como terapeuta con el seudónimo de Angelpanther.

Además de Karime y su padre, previamente como invitada estuvo Aleida Quintana, antropóloga y activista social en el tema de feminicidios y desapariciones. “Admiro mucho porque es una de mis guerreras de la luz”, dijo de ella Angelpanther. Y continuó: “Bienvenida, corazón, porque sé que tú nos vas a iluminar el camino. Yo sé que esta situación que está pasando pues ha demeritado el movimiento, ¿verdad? Esta situación con Karime, ¿cómo la ves?”.

Desde un enfoque prudencial, Quintana advirtió que más que demeritar el movimiento se trataba de abordar el problema desde una perspectiva compleja, en donde intervienen los protocolos de las autoridades, el tratamiento del tema en los medios de comunicación proclives a la revictimización, la estigmatización y el linchamiento mediático, y tratar casa asunto en específico. No fue escuchada.

“¿Y nunca empatizaste con el dolor de tus padres, corazón?”, dijo Ángel Arvizu elevando la voz en flagrante regaño a Karime quien, tras ser evidenciada y señalada en redes sociales, tiene que confrontar ahora la ausencia deontológica de ciertos medios clickbait.

Parte de la versión de Aleida Quintana es la siguiente: “cuando entre la conductora Angélica Ángel Arvizu le decía a la niña alzándole la voz que necesitaba que contara las cosas y se disculpara con la sociedad por lo que había “ocasionado” y mientras ella haría quedar como mártires a los padres. Después le pidió narrar situaciones personales frente a quienes estaban presentes amenazándola con sacarle los trapitos al sol en vivo si no le contaba la “verdad”. Intervine en varias ocasiones; eso lo sabe la familia, la niña y el equipo de producción que estaban presentes. Le dije que no era adecuada la manera en que se dirigía a ella, que lo que hacía era revictimizante, que la cuestionaba peor que la Fiscalía, que teníamos que pensar en la vida de la joven y cuidar el proceso de la familia y que eso era poco ético ya que podía ocasional un conflicto mayor con la familia, pregunte si se haría responsable de las consecuencias”.

Dos horas después de su programa, en su muro de FB, Angélica Ángel Arvizu, pone lo siguiente: “Aviso: La botella y la piedra se te va a regresar desde arriba y por abajo. Chipotle con sangre…”.

[1] Ángelica Recillas, “El plagio y las paradojas perversas de Denise Dresser”, 3 de mayo del 2017. Revista Étcetera. Disponible en http://www.etcetera.com.mx/articulo/ElplagioylasparadojasperversasdeDeniseDresser/55231

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