15 años en el último lugar (primera parte).

 

pisa1Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 638, del Diario de Querétaro del 11 de diciembre del 2016.

Han pasado 15 años desde la primera vez que se aplicó la prueba Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, pos sus siglas en inglés) y México sigue refundido en el último lugar. Los estudiantes con edad promedio de 15 años obtuvieron 416 puntos en ciencias, 423 en lectura y 408 en matemáticas, mientras que el promedio de los países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) fue de entre 490 y 493 puntos en las tres materias. Gabriela Ramos, directora del gabinete de la OCDE en México lamentó profundamente que los resultados en nuestro país hayan sido y siguen siendo decepcionantes: “Sigue muy rezagado y con problemas muy importantes en el desempeño de los estudiantes. Siempre fue decepcionante el desempeño y sigue siendo decepcionante. No es, ni por mucho, lo que los estudiantes en México merecen”[i].

Lo anterior se traduce en que la proporción de los estudiantes mexicanos que no logran alcanzar el nivel 2 en ciencias es de 48%, la más alta en los países miembros de la OCDE; en lectura el 42% no alcanza este nivel. En matemáticas el 57% no alcanza el nivel básico de competencia.

Pero, ¿qué se evalúa en cada una de las materias?

  • Ciencias: la capacidad de involucrarse en temas relacionados con las ciencias y con las ideas de la ciencia como un ciudadano reflexivo. En este sentido el estudiante es capaz de explicar científicamente fenómenos evaluar y diseñar investigaciones científicas, e interpretar datos y evidencias científicas. El tipo de conocimiento que aquí prevalece es del tipo procedimental, de contenido y epistémico. Los contenidos que el estudiante debe de abordar son sistemas físicos, de la vida, de la Tierra y el espacio. La actitud que debe demostrar el estudiante es interés por la ciencia, de valoración de los enfoques científicos de investigación y conciencia ambiental.
  • Lectura: la capacidad para comprender, emplear, reflexionar e interesarse en textos escritos con el fin de lograr sus objetivos, desarrollar sus conocimientos y su potencial personal, así como su participación en la sociedad. En este sentido el estudiante es capaz de acceder y recuperar información para, posteriormente integrarla, interpretarla para efectuar una reflexión ya valoración desde su perspectiva personal, pública, educativa y profesional. El tipo de conocimiento que aquí prevalece es referente al manejo de los distintos tipos de texto (descripción, narración, exposición, argumentación, instrucción y transacción) así como la visualización de textos estáticos y dinámicos.
  • Matemáticas: la capacidad para formular, emplear e interpretar las matemáticas en distintos contextos. Incluye el razonamiento matemático y el uso de conceptos y procedimientos, datos y herramientas matemáticas para describir, explicar y predecir fenómenos. Con ayuda de este saber el estudiante reconoce el papel que las matemáticas tienen en el mundo, puede emitir juicios y tomar decisiones bien fundadas, tal y como los ciudadanos constructivos, comprometidos y reflexivos necesitan. Los contenidos que se abordan en estas áreas son cantidades, espacios y formas, cambio y relaciones, y probabilidad.

Sí, caro lector, nuestros estudiantes no han alcanzado el nivel de competencia determinado por el promedio de los países miembros de la OCDE. ¿Es competencia la palabra más adecuada para referirse a ese componente fundamental que determina el logro educativo?

No y quizás esa necedad acerca del concepto de competencia tenga que ver con el fracaso educativo. En el contexto semántico de la educación contemporánea hay dos conceptos fundamentales a los que se suscriben las tres áreas de conocimiento que se evalúan en PISA: Sociedad del Conocimiento y Literacy.

Literacy, de acuerdo al diccionario Merriam-Webster, es la cualidad o el estado de ser letrado. La traducción literal de literacy sería ‘alfabetización’ pero supongo que por su connotación semántica-política se ha decido adoptarlo con el sustantivo ‘competencia’, la cual se entiende tradicionalmente como la capacidad que tiene el estudiante para leer, escribir y utilizar la aritmética.

Competencia es definida por el diccionario de la RAE como la pericia, aptitud o idoneiodad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado. Nótese que desde hace quince años, la implementación de los cambios en la terminología educativa ha desterrado al concepto de inteligencia (compárese con la propuesta de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner) o el de ingenio humano, es decir, a la facultad que la persona posee para discurrir o inventar con prontitud y facilidad, acudiendo a la intuición, al entendimiento, a las facultades poéticas y creadoras.

Desde la incorporación de las reformas educativas y la implementación del enfoque de competencias en prácticamente todos los niveles educativos, el término Literacy también abarca la capacidad de utilizar el lenguaje, los números, las imágenes, las computadoras y otros medios básicos para comprender, comunicar, obtener conocimientos útiles y utilizar los sistemas de símbolos dominantes de una cultura. Desde su incursión, el concepto se está expandiendo en los países de la OCDE para incluir habilidades para acceder al conocimiento a través de la tecnología y la capacidad de evaluar contextos complejos.

Literacy se refiere a la posesión suficiente de capacidad de lectura y escritura para funcionar en la sociedad. Las personas son llamadas analfabetas funcionales si no pueden leer o escribir lo suficientemente bien como para llevar a cabo actividades que son comunes en los entornos sociales en que se encuentran o desempeñan profesionalmente. Tales actividades pueden incluir empleo y desempeño profesional, trabajo escolar o académico, participación ciudadana en la vida política y en el ámbito espiritual. De ahí que, desde el enfoque de la educación contemporánea, la alfabetización no se refiera solamente a la habilidad que tiene el estudiante para leer y escribir. No obstante su implicación actual, el concepto de Alfabetización anclado semánticamente a Literacy está completamente arraigado con el planteamiento de la Lógica Aristotélica.

En este sentido, ¿cómo se mide la alfabetización? Hay diferentes maneras. En un método inmediato, las personas son consideradas alfabetizadas si han completado un cierto número de años en la escuela. En este rubro también hemos fracasado, de acuerdo a los datos que presenta el Panorama Educativo México 2015. En otro, se evalúan las habilidades de las personas para determinar si son alfabetizados o analfabetos. Sin embargo, las diversas medidas de alfabetización no son exactas y no pueden compararse fácilmente, de ahí que PISA constituya un instrumento que acepta el desafío de evaluar el grado y la calidad de la alfabetización de nuestros estudiantes.

¿Cuál es la clave para el desarrollo de Literacy? Es tan simple como un desafío cabalístico: a través del desarrollo de la lectura, de la progresión de las habilidades que comienza con la capacidad de entender las palabras habladas y decodificar las palabras escritas, culminando con una comprensión profunda del texto. Es decir, para que el estudiante aspire a un desempeño académico adecuado sustentado desde del Literacy, deberá de tener un desarrollo académico en todos los grados educativos desde los tres niveles de lectura:

  • Primer nivel: Lectura literal.
  • Segundo nivel: Lectura inferencial.
  • Tercer nivel: Lectura Analítico-Crítica.

[i] Teresa Moreno, OCDE: México, 15 años en el último lugar de educación. El Universal, 6 de diciembre del 2016.

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