Panorama Educativo México 2015: Querétaro

Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 637, del Diario de Querétaro del 4 de diciembre del 2016.

El Panorama Educativo es la fuente de información más acreditada sobre el estado de la educación en el mundo. Los indicadores para México son los siguientes:

  • Estructura y dimensión del Sistema Educativo Nacional.
  • Contexto social.
  • Agentes y recursos.
  • Acceso y trayectoria.
  • Procesos educativos y gestión.
  • Resultados educativos: la medida en la que los alumnos dominan el curríPLaculo, así como los beneficios económicos y sociales asociados a la escolarización de la población.

Entre el 49% y el 60% de los estudiantes de sexto de primaria y tercero de secundaria del país tuvieron un nivel de aprovechamiento escolar en las materias insuficiente en las materias calificadas por el Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea) del 2015.

Esto quiere decir que los niños no lograron resolver problemas básicos de matemáticas ni comprender los textos sin ayuda de dibujos para la materia de lenguaje y comunicación.

La enseñanza en México está estratificada, puesto que beneficia más a quienes ya están beneficiados y que a tres años todavía no se pueden ver los resultados.

Es precisamente en el área de Aprovechamiento Escolar en donde se han conseguido los menores logros, a pesar de que es ahí en donde se verifica el cumplimiento del derecho que tienen los niños a aprender.

El contexto socioeconómico en el que opera el Sistema Educativo Nacional en nuestra entidad está determinado directamente por el Producto Interno Bruto per capita, el cual en Querétaro es de 165, 263 pesos.

Alumnos, docentes, escuelas o planteles de Educación Básica o Media Superior.

Número de alumnos (2014-2015):

  • Preescolar: 85, 065
  • Primaria: 248,608
  • Secundaria: 120, 780
  • Media Superior: 79, 064

Número de docentes.

  • Preescolar: 4016
  • Primaria: 8, 353
  • Secundaria: 5,670
  • Media Superior: 4962

Número de escuelas o planteles:

  • Preescolar: 1,566
  • Primaria: 1,514
  • Secundaria: 524
  • Media Superior: 237

En el ámbito del contexto social, el Sistema Educativo Nacional cubre la necesidad de la educación de acuerdo a la Escolaridad Media de la Población, en edades de 15 años o más, en un 9.6, mientras que la media nacional es de 9.2. Es decir, el nivel de escolaridad de la población queretana es un poco superior a tercer grado de secundaria.

El porcentaje de queretanos de 20 a 24 años de edad con al menos Educación Media Superior completa es 51.2%, dos décimas porcentuales por encima de la media nacional. El porcentajes de queretanos con 15 años de edad o más que están en situación de analfabetismo es de 4.6%

Los procesos de enseñanza y aprendizaje de la Educación Básica son determinantes para la adquisición de los conocimientos, habilidades, valores, actitudes y aptitudes por parte de los estudiantes. Pero es en la educación Secundaria y en la Educación Media Superior donde se presentan los procesos de abstracción, la consolidación de aprendizajes significativos y la integración de los estudiantes a la llamada sociedad del conocimiento. No obstante, es en el nivel Medio Superior donde se presenta la mayor desigualdad en cuanto a profesores de tiempo completo. A la pregunta “¿Qué tan adecuadas son las condiciones laborales de los docentes?” los resultados son los siguientes:

Porcentaje de docentes de educación secundaria de acuerdo con el tiempo que dedican a la función académica:

  • Tiempo completo: 36,3
  • Tres cuartos de tiempo: 18,3
  • Medio tiempo: 12,5
  • Por horas: 32,9

Porcentaje de docentes de educación media superior de la modalidad escolarizada de acuerdo con el tiempo que dedican a la función frente a grupo:

  • Tiempo completo: 15,6
  • Tres cuartos de tiempo: 13, 1
  • Medio tiempo: 14, 0
  • Por horas: 57,3

Los resultados en educación media superior no son muy distintos a la realidad nacional, cuya media es de 59, 3.

¿Cuánto gasta el estado de Querétaro y la sociedad en la formación integral de la población, especialmente en educación obligatoria?

El llamado Gasto Federal Descentralizado ejercido en el rubro de educación de acuerdo a los componentes del 2014 fueron los siguientes (en millones de pesos):

  • Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal: 4,491.2
  • Fondo de Aportaciones para la Educación Tecnológica y de los Adultos: 88,3
  • Fondo de Aportaciones Múltiples: 209,2

El Fondo de Aportaciones para la Educación Tecnológica de los Adultos tuvo un incremento de 2,8% pasando de 98,6 millones de pesos en 2015 a 104,4 en 2016. En este mismo periodo, el Fondo para Seguridad Pública pasó de 158,9 millones de pesos a 153,4, es decir, una variación a la baja de 6,4%

Precisamente, en el Fondo de Aportaciones Múltiples (FAM) se presentó un decremento de 352,5 millones de pesos aprobados en 2015 a 309,4 en el 2016, una variación de ­­–14,8%, lo que se tradujo en un decremento de -0.3 en asistencia social, un incremento de 2.6 para la infraestructura de Educación Básica, y un incremento de 5.0 para Educación Media Superior. No obstante, destaca un dato. De los 113.4 millones de pesos aprobados en el 2015 para la Infraestructura Educativa Superior, en el 2016 se destinaron 59.8, es decir, un reducción de –48.9.

Los recursos del FAM se destinan al otorgamiento de desayunos escolares, apoyos alimentarios y de asistencia social a la población en situación de pobreza extrema, apoyos a la población en desamparo, construcción, equipamiento y rehabilitación de infraestructura física en los niveles de educación básica, media superior y superior en su modalidad universitaria de acuerdo a las necesidades de cada nivel.

Al contrario de lo que se pensaba, la cobertura universal educación solamente se ha logrado en el nivel primaria, en donde se reporta 100.8 para el periodo 2014-2015, mientras que en educación preescolar es de 75.6 y en secundaria de 92.0 En nivel medio superior, la tasa neta de cobertura fue de 58.4, poco más que el 57.0 de la media nacional.

¿Cómo avanzan los alumnos en su trayectoria escolar? De los 6 a los 11 años, el 99.4% tienen un avance regular, de los 12 a los 14 es de 96.7% mientras que de los 15 a los 17 es de 93.8 La mayor tasa de aprobación la tiene el nivel de Primaria con 99.0%, mientras que Secundaria alcanza un 83.2 Educación Media Superior se encuentra muy por debajo con un 68.3% al finalizar el curso y un 81.8% después del periodo de exámenes de regularización.

La tasa de deserción total en el periodo del 2013 al 2014 es de –0.2 en primaria, 6.3 en secundaria y 12.9 en preparatoria. Los estudiantes que presentan los registros más bajos en su trayectoria escolar, y que presentan el peor número en cuanto a deserción, ya contarán con la edad mínima para votar en las próximas elecciones del 2018.

¿En qué medida los estudiantes de educación básica alcanzan los aprendizajes clave pretendidos en el currículo nacional?

Porcentaje de estudiantes de 6° de primaria en el nivel I de logro educativo (insuficiente) en los dominios evaluados en las pruebas de PLANEA-ELSEN (2015):

Lenguaje y comunicación: 45.4

Matemáticas: 56.8

Porcentaje de estudiantes de 3° de secundaria en el nivel I de logro educativo (insuficiente) en los dominios evaluados en las pruebas de PLANEA-ELSEN (2015):

Lenguaje y comunicación: 23.7

Matemáticas: 57.6

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El desprecio a la educación

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Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 636, del Diario de Querétaro del 27 de noviembre del 2016.

Por tradición o por conveniencia ideológica a la educación se le han atribuido dogmas, prerrogativas y destinos manifiestos, olvidando que la educación contribuye al desarrollo de una nación, no determina dicho desarrollo.

Ir a la escuela para fomentar y configurar nuestra identidad nacional. Salir todos los lunes al compás del toque de bandera, colmando la uniformidad con las filas, con los pantalones tan pulcros y los zapatos boleados, al precario unísono del “masiosare un extraño enemigo”, y dirigiendo las miradas a una escolta imprecisa para ver si se equivocaban las niñas.

Ir a la escuela para ser mejores personas: ciudadanos. Aunque parece una vulgar imposibilidad considerando que ni en la misma escuela podemos ser siquiera personas, ya no digamos ciudadanos. Porque ante la imposición de la paradoja del conocimiento, aquella a la que remotamente aspira a la docta ignorancia, se nos presenta cotidianamente una broma macabra: los alumnos son los ignorantes, y que como solución tienen el estudio y el aprendizaje; y los que saben que no saben pero creen que saben, los profesores que se obstinan con su propia ignorancia y que no están dispuestos a aprender, en una actualización efectiva del rol sofista.

Ir a la escuela para prepararnos para la vida, educarnos para cambiar nuestra situación actual. Porque quien se prepara aspira al menos a encontrar un mejor empleo, ganar más dinero que el que fueron capaces de obtener tus padres: “allá va el licenciado, el que tiene un buen trabajo porque desde joven le gustaba mucho la escuela. Y ahora, míralo nomás, qué carrazo trae”. Ir a la escuela porque la vida está cada vez más competitiva, y porque las empresas ya no te contratan si solamente tienes la preparatoria. Y, en maliciosa coincidencia, apelamos al cliché clasista y determinista: “Ahora hasta para vender tortas te piden la prepa”.

Ir a la escuela porque quienes se educan se convierten en ciudadanos participativos, lo suficientemente informados para tomar las mejores decisiones, proclives a la democracia, porque en las escuelas les enseñan a elegir a sus representantes: la escuela elevada a rango de laboratorio electoral. Y porque si estudió en aquella universidad seguramente sabe más que el resto de los mortales.

Ir a la escuela para que tengamos acceso a la cultura universal, como reza el impertérrito eslogan de la radio universitaria. Para formar sujetos sociales activos y comprometidos, que respondan a las demandas que la realidad social les impone, como resuena el resobado cliché en las inauguraciones o cierres de insulsos cursos de capacitación.

Ir a la escuela para, insignificante afrenta, formar personas críticas y creativas, en una sociedad donde el plagio y la nostalgia siguen resucitando cadáveres. O para formar a seres humanos que sean capaces de resolver problemas, a pesar de que los problemas se empeñan en seguir imperando. O simplemente formar a personas que quieran seguir estudiando.

Ya desde el reducto conspiracionista resuenan los ecos de la disidencia anquilosada, aquella que pregona que la educación es la vía a través de la cual se inculca la ideología dominante para, de este modo, asegurar las condiciones necesarias que garanticen la canonización de las relaciones de producción. O educar para garantizar la homogeneidad, el hermetismo y la continuidad de la clase dominante, a través de sistemas educativos a modo para diferencias en un tajo pragmático a la selecta clase dominante y a los muchos rostros famélicos de la clase dominada, en pleno tributo a Pareto.

O, más allá de todo catastrofismo, lograr mediante la educación la legitimación de las diferencias sociales en una sociedad determinada mediante el eufemismo de “logro educativo”: “mi hijo siempre ha sido un niño de dieces”, solemos escuchar.

Y ya en las antípodas del siglo XXI: educar para dar a la mano de obra la capacitación que el sector productivo demanda para el desarrollo del estado, para generar riqueza para nuestra entidad.

En términos de éxito o en las tinieblas del fracaso, las anteriores posibilidades son atribuibles al sistema educativo. Si bien la movilidad de clase sea una de las evidencias inmediatas y congruentes con la realidad histórica a la que pertenecen, los recursos educativos se distribuyen en función de la riqueza o pobreza preexistentes, lo que conlleva a que los sistemas educativos no sólo reflejen, sino refuercen las diferencias entre los sectores y estratos sociales.

El pasado jueves 24 de noviembre, en la presentación del Informe Panorama Educativo de México 2015, Sylvia Schmelkes, presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación dijo que en el terreno de los aprendizajes es donde se tienen los menores logros. El escenario es alarmante.

A pesar de los esfuerzos por alcanzar la universalización de la educación obligatoria, aún están fuera de las aulas 263 mil niños en edad de cursar la primaria y 439 mil que deberían asistir a la secundaria, a los que se suman 1.3 millones de menores que no acuden al preescolar y 2.3 millones de jóvenes de 15 a 17 años que no están matriculados en bachillerato.

En cuanto al impacto de la escolaridad en la empleabilidad, en el caso de los hombres respecto a mujeres no hay una diferencia muy alta en sus tasas de ocupación, incluso entre quienes sólo han concluido la educación básica y aquellos que logran terminar el bachillerato o la formación superior, pues nueve de cada diez tiene empleo.

En el tema de equidad, sí hay mayor impacto, pues las mujeres que tienen mayor escolaridad tienen mayor participación en el mercado laboral. Se informó que 71.6 % de las mujeres de 25 a 64 años con estudios terciarios está ocupada en comparación con el 48.1% que sólo concluyeron su educación básica.

Del número de estudiantes activos que estudia pero que enfrentan un alto grado de marginación destaca que en sección preescolar cerca de 2 millones de alumnos asisten a planteles en zonas de alta y muy alta marginación; en primaria son 5.7 millones; y en secundaria alcanzan los 2.5 millones y en bachillerato son poco más de 1.3 millones.

La Dr. Schmelkes agregó además que hay una clara estratificación social del sistema educativo: la población que enfrenta mayores desventajas socioeconómicas asisten a escuelas multigrado, aquellas donde un profesor debe atender a más de un grado escolar. La brecha se sigue ampliando, como en el caso de las primarias comunitarias, donde asisten 114 mil 29 alumnos a 11 mil 91 planteles. De ellos, 61.3 % de los menores y 73.5 de las escuelas se ubican en localidades de menos de cien habitantes, mientras que las primarias indígenas, con 827 mil 628 alumnos y 10 mil 133 centros escolares, al menos 73.8 de sus estudiantes y 76.6 de sus escuelas, se ubican en comunidades de menos de 2 mil 500 habitantes.

Aunado a esto, el mismo jueves, se anunció que el presupuesto destinado a la aplicación de la prueba Planea será 30% menor al que se entregó en este año que agoniza. Con este recorte, Planea, que mide el desempeño y aprovechamiento escolar de los niños en educación básica, y que fue acuñada desde su antecesor Enlace como un indicador del ámbito educativo confiable de acuerdo a las recomendaciones de la OCDE, está destinada a desaparecer.

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