Francamente, Richard Ford

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Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 613, del Diario de Querétaro del 19 de junio del 2016.

–¡Hey, Frank!, ¿te enteraste que el premio Princesa de Asturias de las Letras 2016 se lo entregaron a Richard Ford?

–¿Y quién diantres es ese tal Richard Ford?

Seguramente así reaccionaría Frank Bascombe ante la noticia del premio, a decir del propio Richard Ford (Jackson, 16 de febrero de 1944) quien el pasado miércoles 15 de junio recibió dicha condecoración por “el mosaico de historias cruzadas que es la historia norteamericana”, a través de textos donde “el cuidado del detallismo en las descripciones, la mirada sombría y densa sobre la vida cotidiana de seres anónimos e invisibles conjugan la desolación y la emoción”.

A manera de celebración, compartimos parte de la perspectiva de su célebre personaje que, junto a la condecoración, celebra treinta años de ser creado, mientras que su autor celebra cuarenta años de haber incursionado en las letras.

Del inventario personal: la vida.

“La vida se reduce a una sustracción gradual, tendente a una esencia más sólida, más cercana a la perfección, después de la cual desaparece toda ideación y nosotros nos dirigimos a nuestro particular Chillicothe (ciudad ubicada en el condado de Ross, en el estado de Ohio) virtual. […] De todos modos, cuando uno se hace viejo, como yo, se encuentra inmerso en las acumulaciones de la vida”.

De las palabras que elegimos para expresar nuestro pensamientos.

“Podrá resultar difícil, pongamos el caso, que quien tenga el checo de le gua materna aprecie plenamente las palabras “plasta” o “joroba”, o la frase “Estamos en estado interesante” o “¿Dónde está el intríngulis?”. O bien, ya que estamos, “respetable” cuando sólo significa “considerable”. O “sietemesino”, “bisoño” o “legado”. O “sin problema” cuando en realidad se quiere decir “de nada”. Igual que “aterrizaje suave”, “implicación emocional”, “hidratarse” (cuando sólo significa beber), “hacer arte”, “compartir”, “tender la mano”, “barullo” cuando significa ruido… […] En mi opinión, “cabrón” y “joder”, con todos su derivados, son términos que siguen siendo perfectamente válidos, con claros y distintos matices en su ya rica historia. El lenguaje imita el desorden público, dijo el poeta. ¿Y qué parece la vida de nuestro tiempo, sino un desorden?”.

De la religión.

El doctor Zipee (personaje de Ford) “se queja de que Estados Unidos, en su vengativo celo por dominar el mundo, ha destruido la vida en su país de origen; de que los talibanes empezaron en el bando de los buenos y estaban de nuestro lado. Pero ahora, gracias a nosotros, de noche no hay seguridad en las calles. Le digo que, para mí, paquistaníes e indios son el mismo pueblo, igual que árabes e israelíes, irlandeses del norte y del sur. La religión no es más que una excusa para mutilarse e incinerarse los unos a los otros: de otro modo, la gente se moriría de aburrimiento. “Impresionante”, dice, echándose a reír como un chimpancé. […] Según él, la vida es cuestión de administrar el dolor, y yo necesito mejorar la gestión del mío”.

De la necesidad de contar con testigos.

Aunque lo que percibo con mi mentalidad de antiguo agente inmobiliario es que Arnie quizá quiera simplemente que me tomé la molestia de estar allí, para ser su testigo. Es lo que los meapilas están deseando, de la mañana a la noche. Por eso hay cosas tales como “padrino de bodas”, “portadores del féretro”, “madrinas”, “invitados a la ejecución”. Todo es más auténtico si lo ven los dos. Un platillo volante. El Bigfoot. El rostro del Redentor en una mancha de aceite en Jiffy Lube. Y hoy estoy dispuesto a decir “Aquí estoy yo” a quienquiera que me oiga, para lo que pueda servir a hombres o bestias”.

De mi YO por defecto respecto a mí.

“Lo que he intentado con mis visitas, y lo que una vez más trató de conseguir esta noche, es ofrecer a Ann lo que considero mi “Yo por Defecto”, y ello procurando darle lo que creo que más quiere de mí: la verdad esencial. Lo hago presentándole el yo que me gustaría que los demás pensaran que soy, y que en el fondo soy: una persona que no miente (o rara vez), que no presupone nada del pasado, que siempre emprende el camino más fácil y optimista (cuando lo hay) que no prevé futuro, que estiliza sus palabras (sin adornos), y en todos los casos se comporta como es debido. En mi opinión, ese yo representa en forma verosímil la mitad de la venturosa unión de dos almas buenas que todo casamiento promete sellar pero no logra realizar en la mayor parte de los casos, como ocurrió con nosotros en tanto tiempo ha. Prosigo con esto por la posibilidad de que los años de divorcio, más la aparición de la vejez y el valor agregado de la enfermedad mortal, ponga al fin algo de esa ventura a nuestro alcance. Ya veremos”.e nada del pasado, que siempre endo soy: una persona que no miente (o rara vez), que no presupone nada del pasado, que siempre e

Del amor a Ann.

Mi opinión es que en aquellos atroces días de hace tanto tiempo yo quería a Ann con todo el amor que cabía en mí. Si no era suficiente, al menos reventó las costuras. Por aquel entonces, lo realmente esencial (nunca me ha gustado el sonido de “realmente”; me gustaría sacarla a patadas de la lengua junto con otras muchas palabras) era su propia necesidad insaciable de estar… ¿cómo? ¿Segura de sí misma? ¿Afirmada? ¿Atendida? Todo lo cual es amor según se definición.

La deplorable muerte de nuestro pobre hijo y mis perplejas incoherencias fueron tristes contribuciones al fin de nuestro matrimonio: no hay discusión en eso. Culpable de lo que se me imputa. Pero es precisamente el ansia y la carencia que había en ella lo que, durante todos estos años, la ha dejado con una inquietante y fastidiosa sensación de falsedad de la vida y el fracaso de no encontrar su debida esencia. Puede que Ann sea republicana en el fondo de su ser”.

De mi YO por defecto respecto a Ann.

En primer lugar, por lo que respecta a Ann, vengo aquí revelando mi Yo por Defecto, con la intención de tranquilizarla y hacer que se sienta a gusto con las cosas. Nunca reconocerá que durante todos estos años ha estado equivocada sobre mí.

En segundo lugar, el Yo por Defecto me permite que intente no parecer el típico por el que ella me toma y al que siempre querrá poner al descubierto. Tratar de componer el aspecto de un yo básico que le haga a un parecer mejor persona, más sólida de lo que un cónyuge se imagina que es: eso cuenta. Cuenta como buena voluntad y como forma de acabar con el cinismo, aunque no se consiga –pero no se falla siempre–, y ésa es la verdadera unión venturosa que el matrimonio debe ofrecer a sus contrayentes.

En tercer lugar, el Yo por Defecto resulta mucho más asequible. […] Y en cuarto lugar siempre está la posibilidad de que yo tenga una revelación y descubra que, debido a ese despojamiento y al rigor esencialista de Ann, es ella quien tiene la razón; que yo tenga una masa y un carácter que se asoma de mala gana por detrás de los tapices como Cupido, lo que no es mal resultado en absoluto”.

Francamente, Frank (Anagrama, 2015)

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