Crónica de una esperanza.

Algunos dicen que fueron más de cuatrocientos asistentes. Yo vi más. Entre los que estaban enfundados en chamarras Náutica, con sus acartonadas playeras/camisas Aeropostale, calzando Nike, indumentaria típica que complica en mucho la individualización y favorecen aún más la uniformidad clasemediera; y los que de plano tuvieron que soportar el frío ante el acarreo de los frentes juveniles, con el abrigo de sus brazos como remedio inútil. Los jóvenes como protagonistas pasivos de un mitin desangelado, donde la ausencia de las ideas amenazaba con ser el principal protagonista, a pesar de los esfuerzos mediocres del equipo de un candidato que se esmera.

Desde las 7 de la noche, la avenida Constituyentes ya desbordaba pequeños grupos de adolescentes sin edad para votar, convocados por los grupos juveniles del partido. Algunos jóvenes colocaban pegotes en automóviles estacionados a las afueras del Zydeko, autos de lujo en su mayoría.

Encumbrados por grupos de afinidad y pertenencia de clase, lo que hacía más evidente la división entre los grupos juveniles, los chicos recibían no indicaciones, sino gritos escatológicos de un inhábil animador que, con micrófono en mano, fungió como decibel maligno ante los oídos de los asistentes. Un vaso de agua de jamaica y los jochos (perros calientes, pues) fue el pago por favores recibidos a los jóvenes convocados.

No faltó quien se apañó más de cinco playeras del candidato; no faltó quien, ante los gritos del animador inane y estridente, le mentó la madre al candidato desde un chiflido tímido y vago; no faltó quien ni siquiera conocía al famoso candidato: “Vamos a esperar a que se caigan con algo, pendejo”, se alcanzaba a escuchar a un grupo de chicos que, a lo sumo, tendrían edad de primero de preparatoria, es decir, sin edad para votar. Todo lo anterior fondeado con música electrónica y éxitos pop en español en un principio que, con el paso del tiempo, cedieron a los narcocorridos (“Me dicen el 24”, de la banda MS, por ejemplo).

El arribo del candidato fue un pretexto, un aspaviento, un tumulto hueco que alimentó el frenesí estridentista del animador venido a bufón. Es la representación del discurso del traspié, en plena consonancia con la diáfana ignorancia del candidato mayor, ese que fue repudiado en connotada universidad el viernes pasado. Pero como en este municipio no pasa nada, los imberbes porristas bailaban al ritmo trisilábico del célebre político queretano, quien se debatía entre la indiferencia y el acarreo echando a andar saludos personalizados, intentos febriles de mostrar cercanía con una generación política venida a menos. El encanto del evento brilló como brilló la estupidez de un grupo de preparatorianos empeñados en soltar al vuelo globos de fuego sin reparar en una eventualidad que habría manchado la recién nacida campaña.

Un conteo regresivo fondeado con “We will rock you”, interrumpido en no menos de tres ocasiones por el bufón vocinglero, fue el preludio a un video con tintes melodramáticos del candidato del pesimismo (se sabe que su propio hermano ve posible una derrota del candidato), quien tendrá que hacer una campaña perfecta. Otros arranques de campaña que se recuerden en la capital han sido memorables, lúcidos, intensos… este fue anecdótico porque la gente se sintió con el protagonismo arrebatado hace quince años. La estulta idea de que el candidato abriera primero la ronda de discursos cobró su saldo con los oradores siguientes: representantes juveniles que se ahogaban en alabanzas y loas tan colmadas de lugares comunes que en nadie hicieron eco, ya no digamos que causaron conmoción. La audiencia juvenil presente/ausente ni siquiera fue capaz de reparar en el yerro autodestrucitvo de un orador cuando dijo: “Estaremos dando nuestro máximo esfuerzo. Y, si es necesario doblegar esfuerzos, lo haremos” (sic).

A pesar de la importancia que han cobrado las redes sociales en la democratización de la información en cierto sector de la población, el twitteo a favor del candidato se vio lento, críptico, acartonado y errático: “Lic. Roberto Loyola el próximo acalde de queretaro. Loyola contigo.”, “Arrancamos!!!! Iniciando campaña nueva actitud para un mejor quereraro Roberto LOYOLA!!!!” lo anterior con sus respectivos retuiteos en un ejercicio monótono y extraño a usuarios ajenos a sus grupos de porristas. Después vinieron los cuetes, sin importar que era domingo, más allá de la media noche, cuando un sector de la población vecino a la casa de campaña lanzó leves muestras de rechazo, hartazgo y resignación. También vinieron más gritos, los “vámonosalaverga” de los chavos que esperaron en vano y que, por la hora, se tendrían que ir caminando, no sin esquivar a las camionetas de lujo con edecanes improvisadas que rayaron de verde, blanco y rojo una de las principales avenidas de la ciudad. En las calles aledañas privó el silencio. La campaña había comenzado.

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