El desprecio a la educación

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Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 636, del Diario de Querétaro del 27 de noviembre del 2016.

Por tradición o por conveniencia ideológica a la educación se le han atribuido dogmas, prerrogativas y destinos manifiestos, olvidando que la educación contribuye al desarrollo de una nación, no determina dicho desarrollo.

Ir a la escuela para fomentar y configurar nuestra identidad nacional. Salir todos los lunes al compás del toque de bandera, colmando la uniformidad con las filas, con los pantalones tan pulcros y los zapatos boleados, al precario unísono del “masiosare un extraño enemigo”, y dirigiendo las miradas a una escolta imprecisa para ver si se equivocaban las niñas.

Ir a la escuela para ser mejores personas: ciudadanos. Aunque parece una vulgar imposibilidad considerando que ni en la misma escuela podemos ser siquiera personas, ya no digamos ciudadanos. Porque ante la imposición de la paradoja del conocimiento, aquella a la que remotamente aspira a la docta ignorancia, se nos presenta cotidianamente una broma macabra: los alumnos son los ignorantes, y que como solución tienen el estudio y el aprendizaje; y los que saben que no saben pero creen que saben, los profesores que se obstinan con su propia ignorancia y que no están dispuestos a aprender, en una actualización efectiva del rol sofista.

Ir a la escuela para prepararnos para la vida, educarnos para cambiar nuestra situación actual. Porque quien se prepara aspira al menos a encontrar un mejor empleo, ganar más dinero que el que fueron capaces de obtener tus padres: “allá va el licenciado, el que tiene un buen trabajo porque desde joven le gustaba mucho la escuela. Y ahora, míralo nomás, qué carrazo trae”. Ir a la escuela porque la vida está cada vez más competitiva, y porque las empresas ya no te contratan si solamente tienes la preparatoria. Y, en maliciosa coincidencia, apelamos al cliché clasista y determinista: “Ahora hasta para vender tortas te piden la prepa”.

Ir a la escuela porque quienes se educan se convierten en ciudadanos participativos, lo suficientemente informados para tomar las mejores decisiones, proclives a la democracia, porque en las escuelas les enseñan a elegir a sus representantes: la escuela elevada a rango de laboratorio electoral. Y porque si estudió en aquella universidad seguramente sabe más que el resto de los mortales.

Ir a la escuela para que tengamos acceso a la cultura universal, como reza el impertérrito eslogan de la radio universitaria. Para formar sujetos sociales activos y comprometidos, que respondan a las demandas que la realidad social les impone, como resuena el resobado cliché en las inauguraciones o cierres de insulsos cursos de capacitación.

Ir a la escuela para, insignificante afrenta, formar personas críticas y creativas, en una sociedad donde el plagio y la nostalgia siguen resucitando cadáveres. O para formar a seres humanos que sean capaces de resolver problemas, a pesar de que los problemas se empeñan en seguir imperando. O simplemente formar a personas que quieran seguir estudiando.

Ya desde el reducto conspiracionista resuenan los ecos de la disidencia anquilosada, aquella que pregona que la educación es la vía a través de la cual se inculca la ideología dominante para, de este modo, asegurar las condiciones necesarias que garanticen la canonización de las relaciones de producción. O educar para garantizar la homogeneidad, el hermetismo y la continuidad de la clase dominante, a través de sistemas educativos a modo para diferencias en un tajo pragmático a la selecta clase dominante y a los muchos rostros famélicos de la clase dominada, en pleno tributo a Pareto.

O, más allá de todo catastrofismo, lograr mediante la educación la legitimación de las diferencias sociales en una sociedad determinada mediante el eufemismo de “logro educativo”: “mi hijo siempre ha sido un niño de dieces”, solemos escuchar.

Y ya en las antípodas del siglo XXI: educar para dar a la mano de obra la capacitación que el sector productivo demanda para el desarrollo del estado, para generar riqueza para nuestra entidad.

En términos de éxito o en las tinieblas del fracaso, las anteriores posibilidades son atribuibles al sistema educativo. Si bien la movilidad de clase sea una de las evidencias inmediatas y congruentes con la realidad histórica a la que pertenecen, los recursos educativos se distribuyen en función de la riqueza o pobreza preexistentes, lo que conlleva a que los sistemas educativos no sólo reflejen, sino refuercen las diferencias entre los sectores y estratos sociales.

El pasado jueves 24 de noviembre, en la presentación del Informe Panorama Educativo de México 2015, Sylvia Schmelkes, presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación dijo que en el terreno de los aprendizajes es donde se tienen los menores logros. El escenario es alarmante.

A pesar de los esfuerzos por alcanzar la universalización de la educación obligatoria, aún están fuera de las aulas 263 mil niños en edad de cursar la primaria y 439 mil que deberían asistir a la secundaria, a los que se suman 1.3 millones de menores que no acuden al preescolar y 2.3 millones de jóvenes de 15 a 17 años que no están matriculados en bachillerato.

En cuanto al impacto de la escolaridad en la empleabilidad, en el caso de los hombres respecto a mujeres no hay una diferencia muy alta en sus tasas de ocupación, incluso entre quienes sólo han concluido la educación básica y aquellos que logran terminar el bachillerato o la formación superior, pues nueve de cada diez tiene empleo.

En el tema de equidad, sí hay mayor impacto, pues las mujeres que tienen mayor escolaridad tienen mayor participación en el mercado laboral. Se informó que 71.6 % de las mujeres de 25 a 64 años con estudios terciarios está ocupada en comparación con el 48.1% que sólo concluyeron su educación básica.

Del número de estudiantes activos que estudia pero que enfrentan un alto grado de marginación destaca que en sección preescolar cerca de 2 millones de alumnos asisten a planteles en zonas de alta y muy alta marginación; en primaria son 5.7 millones; y en secundaria alcanzan los 2.5 millones y en bachillerato son poco más de 1.3 millones.

La Dr. Schmelkes agregó además que hay una clara estratificación social del sistema educativo: la población que enfrenta mayores desventajas socioeconómicas asisten a escuelas multigrado, aquellas donde un profesor debe atender a más de un grado escolar. La brecha se sigue ampliando, como en el caso de las primarias comunitarias, donde asisten 114 mil 29 alumnos a 11 mil 91 planteles. De ellos, 61.3 % de los menores y 73.5 de las escuelas se ubican en localidades de menos de cien habitantes, mientras que las primarias indígenas, con 827 mil 628 alumnos y 10 mil 133 centros escolares, al menos 73.8 de sus estudiantes y 76.6 de sus escuelas, se ubican en comunidades de menos de 2 mil 500 habitantes.

Aunado a esto, el mismo jueves, se anunció que el presupuesto destinado a la aplicación de la prueba Planea será 30% menor al que se entregó en este año que agoniza. Con este recorte, Planea, que mide el desempeño y aprovechamiento escolar de los niños en educación básica, y que fue acuñada desde su antecesor Enlace como un indicador del ámbito educativo confiable de acuerdo a las recomendaciones de la OCDE, está destinada a desaparecer.

El desprecio por la cultura

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Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 635, del Diario de Querétaro del 20 de noviembre del 2016.

Los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas[i], en España, se realizan mensualmente, salvo en el mes de agosto, con el objetivo de medir el estado de la opinión pública en una muestra aleatoria de 2500 españoles.

A la pregunta 13 “Vamos a hablar ahora de lectura, ¿diría Usted que en España la gente lee?” La respuesta, en porcentaje, fue:

  • Mucho: 2,2
  • Bastante: 14,9
  • Poco: 69,4
  • Nada: 4,8

La pregunta 17a dice: “¿Cuál es el motivo principal por el que Usted no lee nunca o casi nunca libros?

  • No le gusta/No le interesa: 42,3
  • Por falta de tiempo: 22,3
  • Por mala salud/mala visión: 13,2
  • Prefiere emplear su tiempo en otro tipo de entretenimientos: 16,5

La pregunta 17c dice: “Cuál es el motivo principal por el que Usted dedica algo o parte de su tiempo a leer libros? ¿Hay algún otro motivo?

  • Para estar informado: 14,1
  • Para disfrutar, distraerse: 59,7
  • Por motivos de estudio: 7,9
  • Por razones profesionales y/o de trabajo: 4,7
  • Para aprender cosas nuevas, mejorar su cultura: 12,3

La pregunta 17e dice: “De lo géneros que voy a leerle a continuación, ¿cuál le gusta más?

  • Cuentos, relatos cortos: 2,8
  • Ensayo: 4,4
  • Novela histórica: 23,8
  • Novela de aventuras: 8,9
  • Novela sentimental o de amor: 5,6
  • Novela fantástica: 2,8
  • Novela negra: 7,1

Los libros de divulgación ocupan un 4,7 mientras que la poesía agoniza con un 1,2. La pregunta 17f “¿Cuántos libros ha leído Usted aproximadamente en los últimos doce meses?”. Quien leyó uno: 7,7; de dos a cuatro: 40,7; de cinco a ocho: 21,3; de nueve a doce: 11,7; trece o más: 12,7.

¿Se imagina, caro lector, el matiz de respuesta en México? ¿Y en Querétaro?

A decir del escritor, poeta y periodista español, Manuel Rivas, “La última entrega del CIS podría figurar como un apéndice cultural del Apocalipsis: Más del 36% de los españoles declaran que no leen nunca un libro. De cada 10 personas, 7 no han entrado a una biblioteca ni por equivocación”[ii]. En España, el número total de era de 6717 de acuerdo a datos del 2014.

En México, se tienen registradas 7413 bibliotecas establecidas en 2282 municipios, de acuerdo a datos proporcionados por la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. Querétaro no cuenta con una ley estatal de bibliotecas, pero parece que tenemos más bibliotecas que los españoles. Sí, pero debemos de considerar que en España, la población es de 46,770 millones de habitantes, mientras que en México estamos arriba de los 122 millones. Eso sin considerar el contraste de extensión geográfica y densidad de la población.

El Apocalipsis al que hace alusión Rivas ya se manifestó en nuestro país. El pasado miércoles 16 de noviembre la Federación concretó el recorte de un mil millones de pesos al rubro federal de cultura, lo que impactará gravemente la actividad cultural en las 32 entidades federativas para este 2017 que ya de por sí se vislumbra negro.

Tras aprobarse el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2017, y a pesar de la recientemente creada Secretaría de Cultura que entre sus promesas incluía un mayor impulso a la actividad artística y cultural, la Cámara de Diputados fulminó el llamado Subsidio Piso, rubro presupuestal que hasta este año otorgó 34 millones de pesos a cada uno de los institutos y secretarías de cultura de los estados[iii].

El diputado Santiago Taboada Cortina, presidente de la Comisión de Cultura y Cinematografía, afirmó que en el PEF 2017 que propuso el Gobierno federal se realiza un “recorte de horror” a la Secretaría de Cultura porque con este ajuste ningún estado podrá garantizar que se lleven a cabo actividades culturales[iv].

Como evidencia de lo anterior, los siguientes programas están en ceros:

  • El Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados (PAICE)
  • El Programa de Apoyo a Festivales Culturales y Artísticos (Profest)
  • El Subsidio Piso, del cual dependen los institutos y secretarías de Cultura estatales, hasta en un 80 por ciento, para desarrollar actividades culturales anuales.

Para el 2017, el gobierno federal propone que para la Secretaría de Cultura se asigne en 2017 un gasto por 10 mil 300 millones de pesos, 30.7 por ciento menos que el monto aprobado para 2016, al que anteriormente ya se le había hecho un recorte de 3 mil millones de pesos.

A pesar del alarmismo generalizado y justificado por un ajuste o abandono del TLCAN por parte de Estados Unidos, nuestro país presenta un retraso en los compromisos de adopción y correlación de clasificaciones que pregona el tratado[v]: el Código 71. Servicios de Esparcimiento Culturales y Deportivos, y otros servicios recreativos, del Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte, es letra muerta.

El impacto a la cultura será distinto en cada estado, ya que depende de cuánto presupuesto destina cada gobierno estatal. Para algunos estados la situación será crítica. Veamos un ejemplo. San Luis Potosí, donde el 70% del presupuesto para cultura dependía del Subsidio Piso, se verán afectados programas de promoción y fomento a las artes, culturas populares e indígenas, festivales y el Consejo Estatal Editorial. Por cierto, en San Luis Potosí sí cuentan con un Consejo Editorial. En Querétaro soñar con un Consejo Estatal Editorial es una broma macabra.

En el caso de Nuevo León, se deberán de suprimir al menos 60 programas culturales.

E el caso de Jalisco, donde ya veían venir estos nefastos recortes, hicieron esfuerzos para que el estado asuma la producción de óperas y sostenga el Festival Estatal de las Artes, así como la ampliación del programa Ecos: Música para el Desarrollo. No obstante, los festivales independientes e iniciativas editoriales habrán de desaparecer.

¿Y en Querétaro?

[i] Centro de Investigaciones Sociológicas. Barómetro de septiembre. España, 2016.

[ii] Manuel Rivas, “El estupor cultural” en El País Semanal Número 2094.

[iii] Francisco Morales, “Ahorcan a estados en cultura” en periódico Reforma. Jueves 17 de noviembre del 2016. Página 22.

[iv] Notilegis, nota número 4090. Palacio Legislativo, 13-09-2016.

[v] INEGI, Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte 2013

Leonard Cohen, porque no hay cura para el amor.

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Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 634, del Diario de Querétaro del 13 de noviembre del 2016.

Poeta, compositor, pintor e intérprete, hijo de Marsha Klinitsky Cohen y de Nathan Cohen, nació en Montreal el 21 de septiembre de 1934 en el seno de una familia judía. Su padre era fabricante de ropa relativamente exitoso, lo que permitía que los Cohen pudieran vivir en Westmount, un frío suburbio encallado en la isla de Montreal, en una comunidad urbana angloparlante de clase media alta.

Nathan Cohen, proveniente de una familia judía de origen polaco, moriría de manera prematura cuando Leonard contaba apenas con nueve años de edad.

La palabra Cohen, también escrita como Kohen, se traduce del hebreo como “sacerdote”, en referencia al tipo de sacerdote judío que es descendiente de Zadok, fundador del sacerdocio de Jerusalén, y quien fuera iniciado en ese rol por Aarón, el primer sacerdote judío, quien fue nombrado a su vez por su hermano menor, Moisés. Con excepciones de Gedeón, David y Salomón, el sacerdocio hebreo era hereditario. Acaso por ello Leonard Cohen se refería a su infancia como muy mesiánica: “Soy descendiente de Aarón”.

Fue en la Universidad de McGill en donde Cohen conoció la obra de William Butler Yeats, Walt Whitman, Henry Miller, Federico García Lorca e Irving Layton quien, tras ser su profesor, se convertiría posteriormente en su influencia y mentor. Tras graduarse en 1955, Cohen ya había escrito y publicado sus primeros poemas, entre los que destacan “Sparrows”, “Thoughts of a Landsman”. En ese mismo año, Cohen decide trasladarse a Nueva York para cursar estudios de posgrado en la Universidad de Columbia. Sin embargo, pronto regresaría a Montreal, en donde comenzaría a dar lecturas públicas.

El primer libro de Cohen, Let Us Compare Mythologies, primer volumen de la McGill Poetry Series, fue publicado en 1956. Sorpresivamente, este pequeño volumen trajo una nueva e importante voz a la escena literaria canadiense. Como sugiere el título, los poemas plantean un entrelazamiento poético entre las mitologías cristianas, judías y clásicas.

A diferencia de sus contemporáneos canadienses, Cohen se acercó a la poesía de manera diferente, utilizando los mundos de la religión y la mitología como su base simbólica y estética. A lo largo de su poesía es común encontrar personajes involucrados en misiones personales por la búsqueda frenética de la autocomprensión, a menudo autodestructivos en el proceso. Otros abordan la alegría, el conflicto y el ferviente dolor en la sexualidad propia y ajena en las relaciones íntimas.

En los años sesenta Cohen se inició en una de sus más grandes pasiones: viajar. Primero visitó Cuba en 1961, para luego recorrer Europa. Vivió durante un tiempo en Londres, luego viajó a la pequeña isla griega de Hydra, donde, tras decantarse por la belleza de ese espacio, compró una casa barata en la que vivió durante un tiempo. También vivió en Nueva York y cerca de Nashville, Tennessee. No obstante, solía regresar eventualmente a Montreal y, cuando era posible, Hydra, solo por el placer de visitarlos. Siempre inquieto, entre 1980 y principios de 1990, dividió gran parte de su tiempo entre Los Ángeles y Montreal.

En 1961, con la publicación de The Spice-Box of Earth, Cohen tuvo su primer éxito popular, considerada por muchos como una de las colecciones más populares de la poesía publicadas por un autor canadiense. Tras la buena acogida de la crítica y el reconocimiento internacional, Cohen recibió una subvención para escribir la novela The Favorite Game, en donde se cuenta la historia de un niño judío canadiense que llega a un acuerdo con su impulso para convertirse en poeta.

El tono poético de Cohen presentó un cambio importante con Flowers for Hitler (1964), una serie de poemas donde predomina un tono áspero y sarcástico, y donde ya se advierte el tema de la desilusión por los individuos y la pérdida de la inocencia, un concepto que continuaría desarrollándose en la segunda novela de Cohen, Beautiful Losers. Selected Poems, 1956-1968, Cohen recuperó el aprecio popular y crítico que había perdido con un anterior libro de poesía. Fue traducido a una docena de idiomas y fue éxito comercial en Estados Unidos. A pesar de ser nombrado ganador del Premio del Gobernador General de Canadá, Cohen rechazó el premio, provocándose mala fama ante la comunidad artística canadiense.

Cohen siguió publicando poesía, Book of Mercy (1984), pero para entonces su vida como escritor había cambiado, ya que era más conocido como compositor y cantante que como poeta. Prolífico compositor, para esas alturas ya había escrito muchas canciones que fueron interpretadas por muchos cantantes, entre ellos Judy Collins. La carrera literaria de Cohen tuvo un carácter pendular con su nuevo papel como músico e intérprete. Mientras la comunidad de lectores crecía en tamaño, Cohen se convirtió en una figura influyente en el folk, el rock y la música country, solo comparado con su contemporáneo Bob Dylan. El segundo álbum de Cohen, Songs from a Room (1969), y el más tarde I’m Your Man (1988) son probablemente sus álbumes más populares.

En varias ocasiones las luchas de Cohen con sus demonios personales le llevaron a usar drogas para tratar de superar la depresión, pero también lo condujeron hacia direcciones más positivas. Se encontró por primera vez con el budismo Zen a finales de la década de 1960, pero a lo largo de las décadas siguientes regresaría al budismo para encontrar consuelo. Estudió con un profesor llamado Roshi, a mediados de los años noventa vivió en un monasterio Zen en el monte Baldy, cerca de Los Ángeles, California.

Las relaciones de Cohen y irrefrenable sentimiento con las mujeres han sido factor determinante tanto para su vida como para su obra. Conoció a Marianne Ihlen en Hydra, con quien convivió desde principios de los sesenta hasta 1968. Tuvo un fugaz romance con Janis Joplin, del cual ofrece testimonio en la canción Chelsea Hotel. Mantuvo una relación con Suzanne Elrod (no la Suzanne de la canción), con quien tuvo sus dos hijos, Adam y Lorca, quien está casada con el fabuloso Rufus Wainwright, quien nos regaló la hermosa versión de “Hallelujah” en la película Shrek. Tras su separación en 1978, Cohen encontró en Dominique Issermann una puerta de salida para su depresión en 1980. A principios de los noventa, estuvo involucrado con la actriz Rebecca DeMornay.

La comunidad de artes canadiense eventualmente perdonó a Cohen su rechazo al Premio del Gobernador General de 1968. Para 1991 fue ingresado en el Salón de la Fama de Juno, el equivalente canadiense de recibir un premio Grammy, y nombrado Oficial de la Orden de Canadá . En 1993 fue nombrado ganador del Premio del Gobernador General de Artes Escénicas. Esta vez sí aceptó. En el 2011, fue acreedor al Premio Príncipe de Asturias. Tras un conmovedor mensaje, donó los 50 mil euros del premio a la Universidad de Oviedo, con el fin de impulsar la cátedra que lleva su nombre. Leonard Cohen abrió así su discurso de aceptación:

“La poesía viene de un lugar que nadie controla, que nadie conquista. Así que me siento como un charlatán al aceptar un premio por una actividad que yo no controlo. Es decir, si supiera de dónde vienen las buenas canciones, me iría allí más a menudo”.

Sugerencias para abordar el tema de Donald Trump desde el aula.

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La victoria de Donald Trump abre una gama de oportunidades desde múltiples enfoques: el replanteamiento de nuestra concepción de democracia, el análisis acerca del advenimiento de los valores políticos y sociales en la segunda década del siglo XX y sus consecuencias en las primeras dos décadas del siglo XXI…

Con el tema en ciernes, a continuación te presento algunas sugerencias de cómo puedes abordar el tema de la victoria de Donald Trump desde el aula. Está pensada para estudiantes de secundaria hasta universidad, aunque es factible adaptarlos a nivel básico primaria.

  • Mesa de debate. Vale la pena replantearse si es pertinente hacer un alto en el camino en tus avances programáticos para hablar de los resultados del proceso electoral de los EEUU. Mi sugerencia es que rompas con la cotidianidad y armes una mesa de debate con los chicos. Comienza con preguntas dando por hecho que ellos saben los resultados de las elecciones: ¿Qué opinan acerca de la victoria de Trump?, ¿cuál es su perspectiva respecto al futuro de los EEUU?, ¿qué pasará con nuestro país? Funge como un moderador, más que como un participante más del debate. Asegúrate de que los estudiantes presenten argumentos más que desplantes, y que dichos argumentos estén respaldados con datos de fuentes fidedignas. Respeta las posturas, canaliza las emociones hacia el terreno de la razón y el diálogo, conviértete en un catalizador de lo mejor que esperas de tu clase, pero no en un censor que espera que los estudiantes piensen lo mismo que tú.
  • Análisis de discurso. Mediante el patrón de organización de información denominado Comparación y Contraste, elabora un análisis retrospectivo de las campañas, ideas, propuestas, argumentos y discursos de ambos candidatos. Considerando el entorno global, es posible que incluyas publicaciones en redes sociales de los mismos candidatos y de especialistas en el tema (el TW de Enrique Krauze, por ejemplo). Analiza los conceptos, variables y características de cada postura y propicia que los estudiantes lleguen a una conclusión.
  • Historia contrafactual. La efectividad de esta estrategia es directamente proporcional al grado de creatividad e información que puedan aportar tus estudiantes. Puedes partir de la pregunta «¿Qué hubiera pasado si…?». Algunas ideas de preguntas detonadoras pueden ser: ¿qué pasaría si el candidato hubiese sido Bernie Sanders en lugar de Hillary Clinton?, ¿qué cosas pudo haber mejorado Hillary Clinton en su campaña?, ¿qué postura debió haber tenido México cuando invitó a Donald Trump a nuestro país?
  • Media literacy.  Previamente, es fundamental establecer una postura objetiva y cauta. En tiempos de redes sociales la realidad es susceptible de ser vilipendiada, lo que se traduce en un riesgo de polarización de posturas que, más allá de un diálogo, se podría convertir en un alegato de necios. Por eso, a cada argumento, es necesario que se verifique la información que se esgrime. Deducir que Hillary habría apoyado a ISIS porque en una nota de un medio no acreditado se alude dicha información, nos aleja del compromiso formativo y nos condena al mismo discurso difuso y demagógico que predomina en las redes sociales. Son tiempos aciagos para la educación: más que política, la crisis que enfrenta el mundo es de carácter educativo, formativo y de valores.
  • Recurre a los patrones de organización de información para la generación de textos escritos:
    • Cronológico: que tus estudiantes elaboren un texto donde den cuenta de cómo se llevó a cabo la jornada electoral de los EEUU, en qué momento Clinton se encontraba a la delantera, a qué hora se revirtieron los resultados.
    • Comparación y contraste: desde el punto de vista de las propuesta de campaña de Trump y Clinton, sus semejanzas (en caso de que existan) y diferencias (el voto tradicional que buscó Clinton en contra del voto secreto que consiguió Trump).
    • Orden de importancia: mediante un trabajo de investigación, el estudiante puede desarrollar el organigrama del gabinete de Trump.
    • Secuencia: diseñar, por ejemplo, un manual para emitir el voto, donde se describa de manera concreta y concisa cada paso.
    • Espacial: hacer un análisis del mapa electoral de los EEUU.
    • Causa y efecto: Causa: Trump dirigió su campaña a la gente que pertenece mayoritariamente al sector agrícola y de renta de mano de obra; Efecto: este sector electoral fue quien emitió mayoritariamente el voto que le dio al triunfo.
    • Problema y solución: Problema: abstencionismo; solución: efectuar campañas de participación ciudadana.
  • Lo más importante: no escapes de la realidad, no transmitas tu angustia a tus estudiantes o hijos, nunca subestimes a nadie, y ten en cuenta que ante esta crisis educativa y de valores, la realidad nos da mucho que aprender.

La vida inmoral de la pareja ideal.

 

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Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 633, del Diario de Querétaro del 6 de noviembre del 2016.

A pesar de que existe una diversidad de espectadores y lectores, el cine mexicano sigue reproduciendo los mismos modelos discursivos de entretenimiento que nos han heredado las telenovelas y el cine mexicano de susurros de los últimos quince años.

Dichos modelos, combinados con una lectura superficial del cine de Almodóvar y de una afición irredenta por las teen films norteamericanas, han persuadido a un número considerable de creadores, entre ellos a Manolo Caro, guionista y director de La vida inmoral de la pareja ideal (2016).

De manera pendular, la narración se ubica en la Ciudad de México y en San Miguel de Allende, que desde el planteamiento ya presenta un irracional contraste cultural y geográfico planteado de manera fallida desde el guión. Pero el fracaso mayor se da en la integración de los símbolos en el desarrollo de la historia.

En la escena inicial, el lector infiere como testigo directo la relación sexual entre dos adolescentes. Como incipit funciona, ya que a la escena se le agrega el riff de “Cuando pase el temblor” de Soda Stereo, más por pretexto demagógico que por intención dramática porque con los referentes simbólicos ni siquiera tienen una lógica temporal. La escena cierra con una cámara de video que se rompe tras ser arrojada de la habitación donde se encuentra la pareja, para obviar una transición a la analepsis explicadora.

San Miguel de Allende es donde se encuentra la pareja a la distancia del tiempo y las circunstancias. Lucio, a sus 17 años (interpretado por Sebastián Aguirre), no corresponde con el Lucio de Manuel García-Rulfo. Lo mismo ocurre con Martina, a sus 17 años (interpretada por Ximena Romo) y la Martina de Cecilia Suárez en plena flagrancia famélica, imposible que el espectador no repare en advertir ora por morbo, ora por distracción. Caro, subestimando o burlándose del espectador mexicano, no reparó en las escandalosas diferencias de la fisonomía de los personajes, ni en la inhóspita composición de la miscelánea donde ocurre el encuentro, que al final de cuentas marcaría la tónica de los descuidos de producción a lo largo de la película: dobles en torpeza trepidante, decoraciones anacrónicas, sincretismos negligentes.

La escuela, uno de los espacios en donde se desarrollan momentos importantes de la historia, atribuidos plácidamente a los insultantes azares del destino, tiene por nombre “Santísimo Corazón”. Por sí mismo, el colegio apela ingenuamente a un legajo de clichés: pretende ser un férreo colegio católico de la década de los ochenta, pero es mixto en su matrícula y en su dinámica estudiantil; tiene casilleros adoptando el estilo de los colegio americanos, y se dan clases mixtas de ballet, con un profesor que en la propuesta ficcional no tendría posibilidad de ejercer como educador.

Más que una comedia de enredos, es un conflicto impuesto por Caro, ni siquiera sugerido o provocado, sino más bien contado como chisme. Ambos personajes presumen que han hecho sus vidas por separado. En sus respectivos núcleos sociales, se encargar de acondicionar su realidad con un montaje tan pueril como inútil. Lucio, con su entrañable amigo Vicente (Andrés Almeida) que, a pesar de la profunda relación que se presumen, no logran imprimir una complicidad lo suficientemente verosímil para favorecer a la narración; y Loles (Paz Vega, sin la gloria de otros años), esposa de Vicente, un inútil homenaje a Loles León, célebre por ser una de las chicas Almodóvar. Por su parte, Martina, con su hermana Amelia (Natasha Dupeyrón) y la hija de ésta, para fungir como hija de Martina, e Igor (Juan Pablo Medina) un remiendo vil para favorecer al enredo.

Es el teatro Ángela Peralta, en el marco de una obra de teatro, pero que resultó ser una especie de ballet, en donde se reencuentra la pareja ya con sus respectivos montajes que irán sucumbiendo conforme avanza la desastrosa narrativa de los flashbacks.

Enfundados en sus roles, más por condición que por convicción, Marina adolescente es la chica irreverente que se vincula de inmediato con el supuestamente tímido Lucio, un adolescente que vive con su padre, pero que tiene predilección por un timorato discurso revolucionario: si tienen predilección por el pensamiento irredento, ¿por qué estudia Lucio en una escuela católica?

Acaso, la mayor inconsistencia a nivel discursivo se comparta en una especie de composición azarosa del guion con la pretenciosa y demagógica selección del soundtrack, cuyas apariciones recuerdan a las intro mix de discos pirata. A saber y por orden de aparición:

  • “Cuando pase el temblor” de Soda Stereo.
  • “Estrechez de corazón” de Los Prisioneros, queriendo inútil y pretenciosamente ser elevada a calidad de himno.
  • “¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?” De Alaska y Dinarama.
  • “Amarillo Azul” de Thalía.
  • “No dejes que” de Caifanes.
  • “Beber de tu sangre” de Los Amantes de Lola.
  • “Veneno en la piel” de Radio Futura.
  • “En algún lugar” de Duncan Dhu.

El repertorio obedece a un cliché comercial y a una nostalgia decadente más que reflexiva. Lo moral, más que ponerse en entredicho con las fantasías de la pareja efectuadas en la realidad con el maestro de ballet y con la ‘escritora’ Florentina Calle (Eréndira Ibarra), se sustenta desde el principio porque el mensaje es que el primer amor debe de ser el único.

Por su parte, lo ideal no radica necesariamente en la pareja, sino en las entidades simbólicas y culturales del entorno de ésta. Una idealización por San Miguel de Allende (que en la década de los ochenta o noventa o donde quiera que ocurra la historia) no era el núcleo cultural e irreverente que se presume en la película. El movimiento comercial de Rock en Tu Idioma fue más bien una etiqueta de condensación del pop en español que en la cumbia (“La negra Tomasa” de Caifanes) o en las imitaciones sagaces de Duran Duran (Soda Stereo) encontró sus mayores glorias mercantiles.

La peli (porque eso es lo que es) patenta la nostalgia de la decadencia no a modo de remake, sino como una melodramática condensación de los referentes culturales que han llevado a Manolo Caro del gusto a uso, en pos de una propuesta ausente y adversa. Dirigida a las masas por su diseño descaradamente comercial, La vida inmoral de la pareja ideal se ha instalado como un imaginario negligente y populista. Su recurrente escarceo debería de ofender al espectador de cine promedio. Pero seguramente tranquilizará a los treintañeros y cuarentañeros porque, en el finito horizonte de expectativas de la escasa producción cultural mexicana, al parecer no ha pasado nada. Basta con atestiguar el ridículo de Leonardo de Lozanne echándose un insulso palomazo con una banda escolar vociferando la aséptica y olvidable “El mundo bajo el brazo”.

Anish Kapoor, el arte contemporáneo de la inmensidad.

 

Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 632, del Diario de Querétaro del 30 de octubre del 2016.

“Querétaro es como la Ciudad de México pero en chiquito”. No es extraño escuchar la anterior conclusión entre queretanos y capitalinos avecindados en nuestra ciudad, quienes de primera mano dan fe de un destino manifiesto que en cada día se hace presente con toda su furia, con toda su fuerza.

La ciudad de Querétaro, con más de un millón de habitantes, ya está incluida en la megalópolis conocida como Corona Regional del Centro de México,

Acaso la emulación, más allá de una vecindad geográfica condicionada por el crecimiento de dicha megalópolis, se infiera porque estamos siguiendo el modelo capitalino a pie juntillas: aglomeración de núcleos urbanos bajo un modelo de crecimiento no sustentable, sino orientado por criterios mercantiles más que por criterios funcionales; imposición del criterio de industrial y de prestación de servicios por encima de un enfoque integral establecido; y una ausencia de criterio en cuanto a la configuración geográfica y urbanística donde se sacrifica el valor per se del espacio urbano original en ventajosa alevosía del valor añadido que otorgan los cambios de uso de suelo, la alta demanda de vivienda, la rampante dinámica de locales y plazas comerciales y una exponencial y versátil actividad económica.

Pero en donde la emulación no interviene es en lo cultural: Querétaro no tiene un museo de arte contemporáneo. Lo anterior supone una paradoja que en sí misma podría eventualmente sugerir sutilmente una infección a favor del arte.

Al igual que Gabriel García Márquez, Hermann Hesse, Haruki Murakami, quienes han conseguido congregar la fama de los best-seller con un discurso literario propio y trascendental, Anish Kapoor lo ha hecho en las artes plásticas. Prueba de ello esta en la masa de gente que acudió a la inauguración de Anish Kapoor. Arqueología: Biología, en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM, en el mes de mayo del presente.

Siguiendo a Brenda Caro Cocotle[i], si bien institucionalmente el MUAC pretende persuadir al público de que se trata de una exposición que apela al conocimiento, el trabajo curatorial es propio de un playground dirigido al goce de la interacción y al delirio de los sentidos, más que una apropiación intelectual de la apreciación y experiencia estéticas.

Pero mientras uno se divierte ante reflejos oníricos de una estructura que se planta ante nosotros tajante, en plena megalomanía, Querétaro espera sedente ante la ironía de no contar con un museo de arte contemporáneo.

Ante una lacerante crisis retrospectiva que delata la corta ambición del arte institucional, un alejamiento del arte en pos de una nueva generación de aficionados a lo jazzeado, que no al jazz, que son tratados perpetuamente como alumnos reproductores, pero jamás como artistas creadores, nuestros centros educativos institucionalizados del arte están más preocupados por la perpetuidad de la burocracia que por su objetivo fundamental, estipulado constitucionalmente en el artículo 3º.

Querétaro sigue sin un museo de arte contemporáneo. Y la ironía redunda entre la ignorancia y el denuedo mercantil. Pero es allí donde se podría encontrar una vía de solución.

El modelo de museo contemporáneo se fundamenta a partir de dos premisas:

  • Su carácter no gubernamental, ni empresarial. Aunque los museos más importantes del arte contemporáneo en México tienen intervención directa de la iniciativa privada.
  • Su identidad respecto a la museografía local. Aunque queda ausente la que se refiere a arte contemporáneo.

La exposición de Anish Kapoor se extendió hasta enero del 2017. No pueden permitirse el lujo de perdérselo. Van algunas razones:

La interactividad como aspecto fundamental de las escultural de Kapoor.

La interacción del espectador con una escultura es tan importante como la propia obra. Los visitantes de galerías y museos de arte e incluso aquellos que pasan casualmente sus esculturas públicas desarrollan una relación física con el trabajo de Kapoor.

Cambio de perspectivas.

En su trabajo de 2009, Kapoor construyó una torre con espejos de esferas de acero inoxidable. Arregló las esferas de manera que se reflejasen entre sí, a la vez que reflejaban la ornamentada arquitectura de la Royal Academy of Arts de Londres, donde se instaló el trabajo. Las esferas se convirtieron en un calidoscopio desorientador de reflexiones. En la exposición del MUAC, las sorpresas se multiplican.

Anish Kapoor. Arqueología: Biología es una exposición única integrada por 22 obras de gran formato que en conjunto suma mil 500 metros cúbicos de volumen, lo que constituye un peso de 562 mil 500 kilogramos, informó en un comunicado la Difusión Cultural de la UNAM.

Querétaro necesita un museo de arte contemporáneo. Ya.

[i] Caro Cocotle, Brenda (2016) Lo que no deberíamos dejar de ver de Anish Kapoor en el MUAC. Revista Código, junio 2016. Disponible en http://www.revistacodigo.com/opinion-lo-que-no-deberiamos-dejar-de-ver-de-anish-kapoor-en-el-muac/

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