Lisérgida de un instante

Dietilamida o simplemente ácido lisérgico. Lisérgida, le dicen los pochos, pero de este lado lo conocemos simplemente como ácido. Pienso en ello mientras miro fijamente la jeringa que Diana me prepara como si se tratara de mi coctel de cumpleaños. Uno. Dos. Tres golpes con el dedo medio para mezclar la ergolina y eliminar impurezas. Es una pequeña pecera tubular de plástico en donde se pasean peces multiformes, multicolores. Mi ritmo cardiaco se acompasa al ritmo de la batería que retumba de la grabadora Hitachi con doble casetera. Tum. Tum. Tum. Tum…

Diana me liga. No, no me refiero a que me hace su novio. Nosotros somos algo más que novios, algo más de lo que sea esta relación. Diana me ata el antebrazo con una liga ámbar como las que usamos alguna vez para hacer resorteras. Me liga y me tensa en un apretón en el que las venas se enrolan, se atrofian, sitian la sangre y palpitan, se engrosan en una hinchazón ansiosa que hormiguea. Abro y cierro mi puño. Trago aire y exhalo tan fuerte que el pelo de Diana se mece dejando entrever una breve sonrisa. Su lengua se asoma por la derecha del labio superior en gesto cómplice. Las piernas, las manos, los ojos, todo me tiembla. La transpiración cede como cede la piel escindida por el tubo milimétrico de la aguja que se abre camino intramuscular, haciendo juego con la vena hinchada de mi brazo plagado de microcráteres. 20 mililitros, 10 mililitros, 5 mililitros…

Ahora me toca respirar y esperar, o esperar y respirar, no recuerdo el orden.

Y fluye.

Cierro los ojos. Fluye. Una niña con las piernas al revés, sin uñas en las manos, con vestido de pechera y cabeza de caballo me hace gestos. Abro los ojos. Fluye. La misma niña, con más luz, mordiéndose la hendidura de sus dedos sin uñas me canta algo en alemán, creo. Las paredes de la habitación se hacen líquido, la textura de plasma corrompe mis intentos por establecer un plano dimensional. Diana vuela mientras la niña canta, y en mi boca el gusto a tristeza me sabe a jarabe para la tos. El tiempo se hace pis en mis manos, siento el chorro hirviendo y después un gotear delicado que se escurre hasta mis codos. Yo soy el otro, soy Diana, soy su madre trabajando en la ensambladora a doble turno. Soy su padre adultero completando los doscientos setenta del cuarto. Soy el gato atropellado que vimos a dos cuadras del departamento donde nos encontramos, soy tú leyendo que soy yo leyendo que soy tú leyendo que soy yo leyendo que soy tú. Soy leyendo que soy lo que siento. Nadie me avisa que si quiero reír estallaré en el llanto más intenso que jamás haya gemido.

Gelatina, papel, té, psicoprofilaxis y un poco de latón. Por la ventana el sol rosa se torna púrpura y a mí me estallan los gritos que antes se arremolinaban en el pecho, pero ahora se van, a través de mis venas, a las venas de Diana. Ella me toca. Dermis. Siento el helio, la saliva, la bruma de un cuerpo sediento, la mano de Diana es el toque de Dios, porque él está con nosotros y nosotros estamos en todas partes: somos su umbral.

Ya voy bajando, o subiendo, según la perspectiva.

La niña con las piernas al revés se aleja, dejando tras de sí una estela de sangre de uñas que desaparece en cada paso. La sinestesia es sustituida por un incipiente dolor que crece. Mi pierna derecha está completamente dormida porque Diana la ha elegido como almohada. No tengo saliva. El sonido de la batería sucumbe a un silencio diáfano y austero hasta desaparecer. Cierro los ojos y alcanzo a ver que la niña se despide con un saludo roto. Abro los ojos y solo quedamos tú y yo. La jeringa inerte entre los dedos de Diana parece que despide un frágil halo de humo blanco

Publicado originalmente en Revista Saltapatrás:

http://www.revistasaltapatras.com/index.php/salto-pa-tras2/narrativa/84-lisergida-de-un-instante

Bogotá 39

Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 659, del Diario de Querétaro del 21 de mayo del 2017.

En 2007, cuando Bogotá fue erigida como Capital Mundial del Libro, el comité del Hay Festival y autoridades gubernamentales tuvieron una idea: hacer una lista de los mejores 39 escritores latinoamericanos menores de cuarenta años.

Se trataba de un tabulador azaroso tanto por su concepción como por la coincidencia de la fecha de nacimiento de los escritores, 1968. En aquella lista inicial, seis habían nacido en el 68, dos en el 69, dos en 1981, y el resto en la década de los setenta.

En aquella emisión de la lista los escritores Piedad Bonnet, Héctor Abad Faciolince y Óscar Collazos conformaron el jurado.

Los mexicanos que aparecían en la lista son los siguientes:

  • Álvaro Enrigue: considerado uno de los más importantes escritores contemporáneos, obtuvo en el 2013 el Premio Herralde por su novela Muerte súbita. Con esta distinción, Enrigue se unió a Sergio Pitol, Juan Villoro y Daniel Sada y Guadalupe Nettel, en la lista de escritores mexicanos que han recibido este premio.
  • Fabrizio Mejía Madrid: conocido por su participación como columnista en La Jornada y sus colaboraciones en Proceso, Reforma, Letras Libres y Gatopardo. Su trabajo más reciente es Arde la calle. La novela de los 80s (2014).
  • Guadalupe Nettel: ganadora del Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero y el Premio Herralde de novela en el 2014 con Después del invierno. Su obra ha sido traducida a más de 10 lenguas.
  • Jorge Volpi: miembro de la denominada Generación del Crack, actualmente funge como director general del Festival Internacional Cervantino y coordinador de Difusión Cultural de la UNAM. Su novela En busca de Klingsor, escrita cuando el autor contaba apenas con 31 años, fue ganadora del Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix-Barral en 1999.
  • De la lista es menester destacar algunos autores: Andrés Neuman, de Argentina; Juan Gabriel Vásquez, de Colombia; Junot Díaz, estadounidense de origen dominicano, autor de La maravillosa vida breve de Óscar Wao (2007), una narración interesantísima que la abordaremos en otra entrega; y Santiago Roncagliolo.

Una década después se lanza la lista con la nueva generación de escritores latinoamericanos, de acuerdo a los criterios de Hay Festival. En la convocatoria para ser parte de Bogotá 39 se registraron más de 200 escritores y participaron más de 80 editoriales. En esta edición, el escritor Darío Jaramillo, la argentina Leila Guerreiro y la escritora mexicana Carmen Boullosa conformaron el jurado. Los mexicanos que aparecen en la edición 2017 son los siguientes:

  • Gabriela Jáuregui: poeta y narradora de cuyo libro La memoria de las cosas dimos cuenta en el número 654 del 16 de abril de nuestro Suplemento Barroco.
  • Laia Jufresa: que a finales del 2015 fue seleccionada como una de los 20 autores menores de 40 años en el proyecto México20.
  • Brenda Lozano: autora de Todo nada y Cuaderno ideal. Actualmente edita la sección narrativa de la revista literaria MAKE. Estudia y vive en Nueva York.
  • Valeria Luiselli: autora del libro de ensayos Papeles Falsos y de las novelas Los IngrávidosLa historia de mis dientes. Su trabajo más reciente es un ensayo sobre los niños migrantes, Los Niños Perdidos.
  • Emiliano Monge: es escritor y politólogo. Ha publicado la colección de relatos Arrastrar esa sombra y la novela Morirse de memoria. De su trabajo más reciente, La superficie más honda, dimos cuenta en el número 652 del 26 de marzo de éste nuestro suplemento cultural.
  • Eduardo Rabasa: escribe una columna semanal para Milenio. En 2002 fue uno de los miembros fundadores de la editorial Sexto Piso, donde trabaja como editor desde entonces.
  • Daniel Saldaña París: autor de la novela En medio de extrañas víctimas. Actualmente trabaja como editor.

Toda lista es polémica, algunas voces han opinado al respecto. El dramaturgo Enrique Olmos de Ita, por ejemplo, lamenta que en la lista no aparezca ningún dramaturgo. En su columna del 11 de mayo del 2017, Trino Maldonado comenta los siguientes aspectos:

  • La obra pertenece a dos editoriales: Random House Mondadori y Sexto Piso. El único autor independiente es Eduardo Rabasa, que funge como editor de Sexto Piso y solo tiene una novela publicada.
  • Todos los autores son originarios de la Ciudad de México.
  • La lista no es cuestión de justicia, es un negocio.

A pesar de que afirma que la lista de Bogotá 39 y el Hay Festival obedecen a “un asunto de negocio con franquicias de millones de dólares por todo el mundo”[i], Trino Maldonado ha sido publicado por Alfaguara, Anagrama, Planeta y, recientemente, Almadía.

Desde otro enfoque, el escritor jalisciense Luis Felipe Lomelí comparte en sus redes sociales lo siguiente:

Me da gusto que:

  1. Haya muchos más cuentistas (aunque siga habiendo mayoría de novelistas).
    2. Se hayan incluido poetas (aunque sean muy pocos) y (por lo menos) una autora de literatura infantil.
    3. Haya muchos más autores que también hacen periodismo.

Me llama la atención que:
4. Haya casi un tercio de autores que hayan pasado por universidades estadounidenses,
5. La disparidad de género siga reinando,
6. Y haya países que parecen sobrerrepresentados y otros subrepresentados o sin representación. Por ejemplo, dos brasileños nomás (para una literatura tan vasta).

A continuación, la lista completa del Bogotá 39 2017:

  1. Carlos Manuel Álvarez (Cuba)
  2. Frank Báez (República Dominicana)
  3. Natalia Borges Polesso (Brasil)
  4. Giuseppe Caputo (Colombia)
  5. Juan Cárdenas (Colombia)
  6. Mauro Javier Cárdenas (Ecuador)
  7. María José Caro (Perú)
  8. Martín Felipe Castagnet (Argentina)
  9. Liliana Colanzi (Bolivia)
  10. Juan Esteban Constaín (Colombia)
  11. Lola Copacabana (Argentina)
  12. Gonzalo Eltesch (Chile)
  13. Diego Erlan (Argentina)
  14. Daniel Ferreira (Colombia)
  15. Carlos Fonseca (Costa Rica)
  16. Damián González Bertolino (Uruguay)
  17. Sergio Gutiérrez Negrón (Puerto Rico)
  18. Gabriela Jauregui (México)
  19. Laia Jufresa (México)
  20. Mauro Libertella (Argentina)
  21. Brenda Lozano (México)
  22. Valeria Luiselli (México)
  23. Alan Mills (Guatemala)
  24. Emiliano Monge (México)
  25. Mónica Ojeda (Ecuador)
  26. Eduardo Plaza (Chile)
  27. Eduardo Rabasa (México)
  28. Felipe Restrepo Pombo (Colombia)
  29. Juan Manuel Robles (Perú)
  30. Cristian Romero (Colombia)
  31. Juan Pablo Roncone (Chile)
  32. Daniel Saldaña París (México)
  33. Samanta Schweblin (Argentina)
  34. Jesús Miguel Soto (Venezuela)
  35. Luciana Sousa (Argentina)
  36. Mariana Torres (Brasil)
  37. Valentín Trujillo (Uruguay)
  38. Claudia Ulloa Donoso (Perú)
  39. Diego Zúñiga (Chile)

[i] Tryno Maldonado, “Del Bogotá 39 al frapuchino Unicorn” en Emeequis, 11 de mayo del 2017. Disponible en http://www.m-x.com.mx/2017-05-11/del-bogota-39-al-frapuchino-unicorn-por-tryno-maldonado/

Concurso de Oposición

Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 658, del Diario de Querétaro del 14 de mayo del 2017.

“Péreme tantito, es que esta cosa de que quiere abre y de que no nomás no”, dice un hombre septuagenario con uniforme de guardia de seguridad. Su trabajo consiste en pasar sensores para que las personas puedan entrar o salir de las oficinas de la Unidad de Servicios de Educación Básica del Estado de Querétaro, mejor conocida como USEBEQ. El día de hoy hay más gente que de costumbre. En esta semana se está llevando a cabo el registro de los candidatos para participar en el Concurso de Oposición para el ciclo escolar 2017-2018.

En la recepción entran y salen personas con fólderes bajo el brazo, algunas –mujeres, principalmente– visten uniforme de docente. Se arremolinan en la oficina de vigilancia para registrarse. “No importa, ponga su firma, yo pongo la hora de la salida”, dice otro septuagenario, pareja del primero. El uniforme de guardia de seguridad le queda algo grande. “Ya déjalos pasar así, son muchos” revira su pareja notoriamente exasperado.

–¿Aquí va la fila?– pregunta Alicia de 25 años. Para ser un trámite de alta demanda le parece que hay muy poca gente.

–No, maestra. Esta es la última parte. La fila da la vuelta. Mire, comienza hasta allá, pero primero tiene que pasar a aquella oficina para que le den unos formatos.

En la oficina donde se entregan los formatos, cuatro mujeres se encargan de la recepción de los documentos:

–Buenos días, me dijeron que aquí me entregan unos documentos para…

–Le mandaron un correo electrónico, ¿no recibió los documentos en su correo?– dice una mujer de lentes sin mirar a Alicia al tiempo que organiza unas copias en un fólder.

–Sí recibí el correo, pero no sé a qué…

–Tenga, maestra. Lléneme todos los documentos con pluma azul, no puede dejar ninguna hoja en blanco. Organice sus documentos en el orden que dice la hojita. Luego se forma, cuando le toque su turno le recibo sus documentos– dice la mujer de lentes con tono pedagógico. Antes de continuar organizando las copias en el fólder da una mordida fugaz a un sándwich de pollo que esconde bajo su mesa.

El periodo de registro para el concurso de oposición para ocupar una plaza docente fue del 2 al 11 de mayo, la fecha de evaluación se hará pública a más tardar el 30 de mayo. Los días 5, 6 y 7 de mayo alrededor de 37 mil maestros participaron en el Concurso de Oposición para la Promoción a cargos con funciones de Dirección, Supervisión y Asesoría Técnica Pedagógica en Educación Básica. De acuerdo a la Secretaría de Educación Pública (SEP), los estados de Campeche, Nuevo León, Querétaro, Quintana Roo y San Luis Potosí tuvieron una participación igual o mayor al 90 por ciento. Se contó con la participación de 20 mil 620 aspirantes a categorías con funciones de Dirección de los 23 mil 974 programados; mientras que para Supervisión se programaron 13 mil 479, y se evaluaron 11 mil 590. Además, fueron evaluados cuatro mil 143 aspirantes a cargos con funciones de Asesoría Técnica Pedagógica de los cuatro mil 952 previstos.

–¿Y qué dicen de mí?– pregunta una maestra con blusa estampada atigrada a otra que porta el uniforme del Colegio Finlandés.

–Nada, haz de cuenta que nunca trabajaste allí.

–¡Ay!, me acuerdo y me da coraje. Acá tengo cuarenta muchachos, pero mejor eso que andar aguantando a esa vieja.

–Bueno, pues la directora nos dijo que si alguien se iba a anotar para el examen que le avisáramos para que fueran buscando gente.

En esta etapa de la consolidación de la Reforma Educativa la convocatoria se ha extendido a profesionistas egresados de universidades públicas o privadas. Es decir, ya no es exclusivo para normalistas.

–Esta semana la escuela es un desmadre, güey– dice Juan, maestro de secundaria.

–¿Por qué, güey? Si casi no va a haber clases– pregunta Fernando. Este es su tercer intento en el examen. En sus dos oportunidades anteriores resultó ser “no idóneo”.

–Por eso, güey. Estas dos semanas tenemos nuestras comidas. Hoy nomás tuvimos la primera clase. Mañana tenemos el día de las madres. El viernes y el lunes tampoco habrá clases– explica con alegría Juan.

–Dicen que la comida de ayer se puso bien chida– dice Fernando.

–Sí, güey. El director andaba bien pedo. Hoy ni fue, yo creo que amaneció bien crudo.

El concurso de oposición se conforma de etapas:  1. Examen de Conocimientos y Habilidades para la práctica docente integrado por 80 reactivos; 2. Examen de Habilidades Intelectuales y Responsabilidades Ético-Profesionales integrado por 100 reactivos.

–Maestros, les vuelvo a repetir. Los formatos que les entregamos deben de llenarlos todos con pluma azul, no pueden dejar ninguno en blanco. Deben de traer todos sus documentos completos. Son cuatro fotos a blanco y negro con su nombre en la parte de atrás.

–¿Bueno? Hola, maestro Vicente. Soy yo, Enrique. Sigo aquí en el banco. Me dicen que me van a tardar con lo de mi tarjeta. Ya le pedí a miss Rosy que me cubra. Sí, maestro, solamente tienen que poner la imagen a la dispositiva– miente nerviosamente Enrique, maestro de computación de una secundaria particular en la que gana $75 por hora.

“Una vez adentro no es tan fácil. Salí “idóneo” para ocupar una plaza pero me mandaron a cubrir un interinato. Tuve que andar buscando unas horas aquí y otras allá. Yo no quería, pero me tuve que meter al sindicato. Si no, no estaría trabajando”, explica Carmen, maestra de inglés para nivel Secundaria. “Es bueno lo de la reforma, le permite a mucha gente poder concursar para una plaza. Pero no hay tantas plazas libres. Además, si no te actualizas, andan detrás de ti”, concluye.

–Pero ahí estudié la licenciatura, ahí mismo estoy estudiando la maestría los sábados– reclama Martha, recién egresada de la Licenciatura en Pedagogía. Su universidad ofrece ingeniería civil e industrial sin contar con laboratorios. Antes era una plaza comercial, ahora, tras constantes modificaciones, los locales se adecuaron como salones.

–Sí, maestra. Pero su universidad no tiene REVOE.

–¿Qué es eso?

–Sus estudios no tienen validez oficial, maestra. Discúlpeme. ¿Quién sigue? Pásele, maestro.

Tan solo en Querétaro, el año pasado, la SEP y la Dirección de Educación del Estado de Querétaro detectaron escuelas sin Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (REVOE) todas ellas del sector privado. En Querétaro, la presencia de universidades privadas que ofrecen estudios ejecutivos, semipresenciales, con enfoque cuatrimestral y titulación inmediata sin tesis, se ha multiplicado.

–¿Es usted egresada de la Licenciatura en Psicología Educativa? Necesito su título, cédula o constancia– dice una mujer con tacones altísimos, ya en la oficina de entrega de fichas de registro para aplicar el examen.

–Sí, soy licenciada, pero no tengo título ni cédula– dice Leticia, egresada de una universidad particular que abrió sus puertas en Querétaro hace un año y medio.

–¿Y la constancia, maestra?

–Me dijeron en la escuela que los de la SEP perdieron mis documentos, pero que haremos nuevamente la solicitud.

–¿Segura, maestra? Ay, no…No, no puede ser…

–¿Pasa algo, señorita?

–Maestra, ¡su universidad no tiene REVOE! Además, me llenó mal sus formatos. Puso la CURP en el RFC… ¡Y su CURP está mal escrita!

 

Narrativas de las posverdad

Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 657, del Diario de Querétaro del 7 de mayo del 2017.

El concepto de verdad se puede definir desde distintas perspectivas, considerando el carácter amplio y extensivo desde el punto de vista filosófico, y su naturaleza estricta y exacta, desde la noción lógica y lingüística.
No obstante, para definir la verdad podemos acudir a la fórmula clásica: Verdad es la adecuación del entendimiento con la cosa”. Suena bien, ¿verdad? No obstante, esta definición es determinista, irrenunciable, pero insatisfactoria por su flagrante pretensión de validez: “x es verdadero”.

Por muy determinante o contundente que parezca, el concepto no puede conformarse solamente con una definición pragmática y externa. Debemos de hacer un esfuerzo por extender el conocimiento de “x” y del por qué “x” es verdadero. No basta con decir que “x” es verdadero porque acierta o designa a la cosa. Es necesario mostrar que en lo verdadero radica aquello que se conoce y cómo se conoce de “x”: cómo se hace patente “x” objetivamente.

En contraste, el concepto de posverdad, también conocido como mentira emotiva, es un neologismo que se utiliza para referirse a la poca importancia que tienen los hechos objetivos frente a la influencia que las apelaciones emocionales y creencias personales tienen en la opinión pública. En esta semana, en los medios de comunicación conductores y autores de sus respectivos espacios se han decantado hacia la posverdad.

El pasado 29 de abril, El periódico El País publicó su titular “Explíquese, señor Rajoy”, en donde se cuestiona al presidente español por escándalos de corrupción al interior de su partido. El pasado lunes 1 de mayo, en su columna del miércoles del periódico Reforma, Denise Dresser plagió desde la cabeza, “Explíquese, Sr. Peña”, hasta la estructura argumentativa del editorial del medio español, de acuerdo a información de Angélica Recillas en su colaboración para el portal de la revista Étcetera[1]. El plagio, manifiesto en los ejemplos que presenta Recillas, y aceptado fugazmente por Dresser en su Twitter, no fue evidencia objetiva para quienes son seguidores de la politóloga egresada y docente del ITAM. Una voluntad acrítica que antepone las creencias, los actos de fe por encima de un plagio flagrante. Plagio y posverdad.

En su edición impresa del 4 de mayo, el periódico La Jornada de Oriente utiliza una fotografía para la nota de la reunión de gobernadores: “Antonio Gali firma compromisos en la Conago”. Para ilustrar la nota pone una fotografía de Gali Fayad, gobernador de Puebla, con el presidente Enrique Peña Nieto. Todo bien hasta allí. Pero hay un detalle: la foto fue recortada y editada. La original es una selfie tomada por Javier Lozano Alarcón, funcionario y conocido panista. El medio se tomó la libertad de bajar la foto del Twitter de Lozano, quitar al funcionario de su propia foto (ferviente usuario de esta red social) y otorgarse el crédito por la misma: Foto La Jornada de Oriente. Plagio y posverdad.

La madrugada de este miércoles, Leslie Berlín Osorio Martínez apareció ahorcada con un cable junto a una caseta telefónica, frente al edificio 4 de la Facultad de Ingeniería, al interior de Ciudad Universitaria de la UNAM. Sí, el cadáver de una mujer de 22 años aparentemente asesinada al interior de un lugar que se supone debería de ser seguro.

Tras esparcirse la noticia, desde el miércoles, y hasta el término de este texto, el #SiMeMatan seguía siendo tendencia en Twitter como una forma de manifestar protesta por los frecuentes feminicidios y desapariciones de mujeres en la capital del país. Pascal Beltrán del Río, director editorial del periódico Excelsior, publicó en TW “#SiMeMatan Revivo”, un ardid con el tono de burla similar al que había manifestado en otra publicación a propósito del caso de acoso a la comunicadora Támara de Anda.

Paralelamente, otra vez en redes sociales, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México publicó información preliminar a pesar de que aún no había iniciado la investigación: “El día de los hechos, la pareja se reunió con varios amigos en CU, donde estuvieron alcoholizándose y drogándose”. “Su madre y su novio aseguraron que ella no estudiaba desde 2014, y dejó sus clases en CCH sur, donde debía materias”. Revictimización, regaño, estigmatización y banalización. Como si esa información aportara datos para la investigación. Posverdad y cinismo.

“Vamos a analizar un problema muy actual que por circunstancias especiales están en boca de todos” (sic). Así iniciaba Angélica Ángel Arvizu su programa de radio por internet. Karime, la adolescente que el pasado 2 de mayo fue reportada como desaparecida y al padre de la adolescente, fueron sus invitados. “El caso de una chica adolescente que ya es famosa porque ya se ha realizado un gran conflicto esto, que vamos a analizar desde varias perspectivas el asunto de Karime”, remataba Ángel Arvizu, que además se ostenta como terapeuta con el seudónimo de Angelpanther.

Además de Karime y su padre, previamente como invitada estuvo Aleida Quintana, antropóloga y activista social en el tema de feminicidios y desapariciones. “Admiro mucho porque es una de mis guerreras de la luz”, dijo de ella Angelpanther. Y continuó: “Bienvenida, corazón, porque sé que tú nos vas a iluminar el camino. Yo sé que esta situación que está pasando pues ha demeritado el movimiento, ¿verdad? Esta situación con Karime, ¿cómo la ves?”.

Desde un enfoque prudencial, Quintana advirtió que más que demeritar el movimiento se trataba de abordar el problema desde una perspectiva compleja, en donde intervienen los protocolos de las autoridades, el tratamiento del tema en los medios de comunicación proclives a la revictimización, la estigmatización y el linchamiento mediático, y tratar casa asunto en específico. No fue escuchada.

“¿Y nunca empatizaste con el dolor de tus padres, corazón?”, dijo Ángel Arvizu elevando la voz en flagrante regaño a Karime quien, tras ser evidenciada y señalada en redes sociales, tiene que confrontar ahora la ausencia deontológica de ciertos medios clickbait.

Parte de la versión de Aleida Quintana es la siguiente: “cuando entre la conductora Angélica Ángel Arvizu le decía a la niña alzándole la voz que necesitaba que contara las cosas y se disculpara con la sociedad por lo que había “ocasionado” y mientras ella haría quedar como mártires a los padres. Después le pidió narrar situaciones personales frente a quienes estaban presentes amenazándola con sacarle los trapitos al sol en vivo si no le contaba la “verdad”. Intervine en varias ocasiones; eso lo sabe la familia, la niña y el equipo de producción que estaban presentes. Le dije que no era adecuada la manera en que se dirigía a ella, que lo que hacía era revictimizante, que la cuestionaba peor que la Fiscalía, que teníamos que pensar en la vida de la joven y cuidar el proceso de la familia y que eso era poco ético ya que podía ocasional un conflicto mayor con la familia, pregunte si se haría responsable de las consecuencias”.

Dos horas después de su programa, en su muro de FB, Angélica Ángel Arvizu, pone lo siguiente: “Aviso: La botella y la piedra se te va a regresar desde arriba y por abajo. Chipotle con sangre…”.

[1] Ángelica Recillas, “El plagio y las paradojas perversas de Denise Dresser”, 3 de mayo del 2017. Revista Étcetera. Disponible en http://www.etcetera.com.mx/articulo/ElplagioylasparadojasperversasdeDeniseDresser/55231

Lo que la reseña de películas porno le aprendió a la reseña de libros

Tediósfera

Por motivos que no viene al caso detallar, el fin de semana me la pasé leyendo Cine para adultos. 1001 películas para 1001 noches, de Luis Miguel Carmona y Alexis Basas (T&B Editores), un volumen que reúne un millar de reseñas sobre cine erótico y pornográfico. El libro es generoso en datos extravagantes y en descripciones pormenorizadas de lo que acontece en cada una de las cintas. Por otro lado, el espectro de películas abarca lo mismo éxitos internacionales —como Emmanuelle, de Just Jaeckin— que una modesta producción española cuyo argumento puede resumirse en los siguientes términos:

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Una de las preguntas que estuvo todo el tiempo en mi cabeza mientras leía estas notas críticas fue si los autores habían trabajado reseñando libros en algún momento de sus vidas. Por todas partes uno podía apreciar, al lado de menciones a Quevedo o Voltaire (resulta que existen al menos dos películas basadas en Cándido

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Escribe de lo que sabes, decían

LA ESFERA DE RIEMANN

Por Luis Felipe Lomelí

¿Por qué hay tan pocas novelas proletarias en un país tercermundista como éste? Debería de haber, supongo. No como un dogma impuesto a la sazón del realismo comunista, sino como un mero reflejo. ¿No parte la literatura de la realidad? Eso dicen. ¿Cuál es la realidad de México con sus millones de pobres posrevolucionarios?

Imagine que usted es uno de esos profesores de historia –casi de película- apasionado por la literatura y que quisiera compartir a sus alumnos algunas novelas que resumieran la sociedad de cada país en sus principales momentos históricos. Si le tocara hablar del siglo XX colombiano sería sencillo. Más bien, el problema radicaría en escoger sólo unas cuantas de las muchísimas que hay (y donde seguro estarían La vorágine, de José Eustacio Rivera, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez y El olvido que seremos, de Héctor Abad…

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«Luna líquida» de Marta García Renart

Publicado originalmente en el suplemento cultural Barroco número 656, del Diario de Querétaro del 30 de abril del 2017.

Hace once años tuve la oportunidad de entrevistar a la pianista y compositora Marta García Renart (Ciudad de México, 1942), a propósito del estreno de su ópera “Una olla de once orejas” la cual se presentó aquel martes 27 de noviembre del aún cercano 2006. Aquella obra fue posible gracias a que la autora se hizo acreedora al Programa de Apoyo a la Creación Artística en su edición 2006, estímulo otorgado por el desaparecido Instituto Queretano de la Cultura y las Artes.

La ópera se presentó en el Centro Expositor del Hotel Juriquilla, en el marco del Festival Cultural del 300 aniversario de la Hacienda Juriquilla. La dirección, composición musical y los textos corrieron por cuenta de la propia García Renart; la dirección escénica estuvo a cargo de Ana Bertha Cruces. En la ejecución musical estuvieron Mara Tillet en la flauta, José Luis Bautista en el trombón y en la guitarra, Fausto Castelo en el piano, Laura García Renart en las ilustraciones y Fernando Flores en la iluminación.

El jueves 3 de marzo del 2016, bajo los lacónicamente denominados Encuentros Queretanos, se llevó a cabo la presentación de la colección Literatura Portátil que, con el ambicioso e inmediato título Letras de Querétaro, presentó la obra literaria de varios escritores: Baltazar Reséndiz Espíndola, José Luis de la Vega, Andrés Garrido del Toral, José Rafael Blengio Pinto, José Martín Hurtado Gálvez, Tadeus Argüello y Marta García Renart.

En el título de la serie, además de ambicioso e inmediato, se infiere imprecisión y arbitrio porque aborda solamente algunas letras de Querétaro, en su mayoría de la capital queretana, reunidas bajo con la consigna de “ofrecer la posibilidad de nuevos enfoques que ayuden a pensar y analizar nuestra realidad cultural, política y social” según se lee en la nota editorial que abre cada uno de los volúmenes compactos que conforman la colección. Se dice además que la serie “ordena y registra la labor literaria de autores contemporáneos”. Como propósito, en la misma nota del editor, se afirma que “tiene el propósito de abrir a los queretanos otros vínculos culturales con sociedades de diversas latitudes, ampliando su conocimiento mediante el canal de comunicación por excelencia que es la palabra”.

En la misma nota, el editor le otorga a la colección el carácter de coadyuvante para “registrar los aspectos sociales en los que hoy nos desenvolvemos, además de construir elementos que conforman una tradición y una identidad cultural, a través del conocimiento y el goce estético”. Solo al final de la nota, el editor hace referencia a la posibilidad de “ofrecer una muestra representativa de la literatura queretana […] brinda un material de lectura al alcance de las personas, para que ocupe un espacio en sus vidas y hogares”.

El volumen No. 31 de dicha serie corresponde a Luna Líquida de Marta García Renart. Un conjunto de textos que saltan del relato breve (como en el caso de “Caseta telefónica”) a textos con vocación dramatúrgica (“Diego y Angelina”) o poética (“Lunas”, texto que abre el libro). En todos se congrega una intención un tanto azarosa por integrar lirismo, narrativa matizados con esbozos autobiográficos. En algunos casos, como se manifiesta tajantemente en el relato “Dos maneras o la disyuntiva “Y””, se esgrimen postulados ideológicos y políticos que dan cuenta de manera inmediata del perfil político de la autora.

No obstante, aunque la versatilidad de temas, contenidos, referentes y vertientes que se pretenden conjugar en tan pequeño volumen, este trabajo es un intento fallido que antepone una apurada publicación a costa de la imaginación de la autora.

Lo apresurado de la publicación, quizás por descuido o por las prisas, se denota en errores básicos de escritura, como en “Esa primera vez decidiste acurrucarte en la cama, llenando todos los espacio” (sic); en pasajes donde no se sabe si el narrador habla de “media noche” o “medianoche”, para que en líneas adelante, y sin explicación alguna, nos encontremos de pronto en “las primeras luces del día”; o en casos de anfibología, como en “Me tomaste de la mano con una fuerza que sólo te había intuido…”, ¿quién había intuido a la fuerza?, ¿o fue la fuerza misma que había intuido al personaje? Esto ejemplos pertenecen al relato titulado “RG:”.

En el texto titulado “La escuela o el síndrome de Aura”, se advierte desde el mismo título una férrea crítica al sistema educativo de alguna escuela, no es claro si se refiera a una institución en nuestro país. No obstante, desde el párrafo de entrada, por una desafortunada vendetta irónica, la defectiva sintaxis y un error de imprecisión en la información (había sido una alumna brillante durante sus seis años de preparatoria) convierten al texto en un discurso militante que desvía la atención hacia el pretexto o contexto de lo narrativo. La adjetivación con el donaire de la militancia sacrifica lo que bien podría haberse colocado en el ámbito del ensayo narrativo, un tanto al estilo de Vila-Matas, Bolaño o Piglia. El determinismo, la generalización una insistencia aguda por la dicotomía (todo-nada, siempre-jamás) se decantan con suma relatividad desde una efímera intención de señalar, desde un tono cercano al discurso de la palestra ideológico-política: “la sublimación de los poderes del dinero”, por ejemplo.

Si en el texto titulado “El abejorro libando la miel de mis labios o el balbuceo frenético en los pies” la voz narrativa se autoconfiere la virtud de “hacer un texto dentro del realismo mágico (sic), el poderoso y carismático estilo de expresión que tanto he disfrutado en García Márquez o Isabel Allende, en Juan Vicente Melo (que por cierto amé como sólo se puede amar cuando una tiene 14 años y el otro 25) o Alejo Carpentier, José Saramago…”, en menos de tres párrafos la misma voz hace un viraje semántico y cultural: “¿Cómo puedo fantasear cuando yo misma vivo en el surrealismo mágico y en el absurdo más complicado y enredado dentro de lo cotidiano y lo heroico?”.

Esta discrepancia, a veces cultural, semántica, y por momentos moral, cobra mayor fuerza cuando la voz narrativa “exige libertades sin fronteras y que al mismo tiempo anhela solidez ética a prueba de balas”. ¿A prueba de balas? En un país violento, donde la cultura de la muerte ha permeado implacablemente al discurso creativo, uno esperaría algún tipo de desarrollo o epifanía balística. “¿Balas, digo?” ¿Por qué decir balas cuando todo lo bélico me eriza el cuerpo?”. Tras un vericueto moral otras vez militante, la voz narrativa se reserva la respuesta a su propia pregunta.

Con una carga simbólica rica en referencias, afortunadas en las descripciones, pero defectivas por su militancia, la mayoría de los textos de García Renart se extravían en su propio maremágnum de ideas e ideologías. Aunque la voz narrativa es notoria, se delata la grave la presencia de revisión, de una guía, de una edición que oriente hacia una unidad poliédrica, que es acaso lo que demandan los textos.

Por su constitución frágil, este texto delata la vocación de un proyecto editorial de corto alcance, emanado de un proyecto personal más por logros profesionales y de vínculos institucionales que por una convicción honesta por sentar un hito en la producción editorial local, en la Literatura Queretana. Lástima.

 

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